Aperturas Chinas

(1898, 1919, 1978)

Ugo Pipitone

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En no pequeña medida, el respeto reverencial
a los ancestros ha impedido el progreso de
la filosofía natural, la geometría y la astronomía.
          Voltaire (1694-1778)

 

Creo que la verdad y la mentira
Son todo oscuridad y confusión inextricable
¿Cómo podría yo diferenciarlas?
                 Zhuang Zi (siglo IV aC)

 

 

CIDE, Cuajimalpa

20 mayo 2005

 

Introducción

 

Un juego sistémico elemental: lo nuevo que viene de afuera, el súbito descubrimiento de la insostenibilidad de una antigua arquitectura de comportamientos y valores y la secuencia de equilibrios y rupturas entre empujes multiples que se mezclan en el camino. En la China imperial, en 1898, se frustra el primer intento serio (y desesperadamente minoritario) de reforma y apertura al exterior. Ocho décadas después, en un juego cortesano favorecido por la suerte y los tiempos, Deng Xiaoping tiene éxito ahí donde Guangxu, el joven emperador, había fracasado.

Pero China llega tarde incluso en el contexto asiático, al final de un proceso de modernización y apertura exterior protagonizado desde décadas atrás por Taiwán, Hong Kong, Singapur y Corea del sur. Como si la historia hubiera querido reservar por el final la pieza fuerte. Sin embargo, a bien mirar, no es del todo exacto afirmar que China llega al final de un largo proceso asiático de modernización. Suspendamos por un instante las fronteras, ¿acaso Taiwán y Hong Kong no son "China"? ¿No es mayoritaria la presencia étnica china en Singapur? Para no mencionar el papel de la minoría china en el desarrollo reciente de Malasia. "China" se ha puesto en movimiento antes de que la República Popular lo hiciera. De cualquier manera, las nuevas energías asiáticas se han movido hasta ahora desde la periferia hacia el centro. Sin duda, una victoria de Occidente, pero igualmente sin duda, el despabilarse del león que un emperador moderno aconsejaba no despertar.

En los años 60, las ediciones en lenguas extranjeras de Pekín publicaban una revista de difusión internacional que se llamaba "Viento del Este". La profecía se reveló exacta, aunque sea bajo un signo ideológico diverso del que suponía Mao. La boa occidental se comió (por así decir) al becerro chino, pero la digestión podría ser larga y abarcar siglos y, con el paso del tiempo, podría resultar cada vez menos claro quién engulló a quién.

El escenario

La física de los metales y las normas de construcción en zonas sísmicas (¿y qué otra cosa es la historia?), son suficientes para saber que rigidez y fragilidad son las dos caras de la misma moneda cuando el escenario se pone en movimiento. "Abrirse" al mundo significa aceptar la transformación de la química interna hacia consecuencias no-prefijadas. Abrirse (¿cómo, en qué partes, en qué tiempos, para qué?) significa hacer las cuentas consigo mismo y con la propia historia. Instalar el debate, la turbulencia ahí donde antes pudo haber armonía o, por lo menos, costumbre.

El tema que cada sociedad encara frente a un súbito (o mayor) impacto exterior es la relación con lo foráneo; poco después ese tema se transforma en otro: la relación consigo misma. Medio siglo de (inútil) resistencia china frente a los gunboats ingleses, negando que algo irremediable hubiera cambiado en una historia milenaria; con una emperadora viuda tan habilidosa como inculta y una corte imperial más interesada en legitimar una dinastía foránea que en desentrañar las señales de un presente que se anunciaba estruendoso. Muchas décadas son desperdiciadas por la resistencia de literatos, cortesanos y gobernadores provinciales en reconocer que algo irremediable había ocurrido.

Li Hung-chang, antiguo gobernador de Hunan y Hupei, es una excepción. He aquí lo que escribe en 187

China frontier problems usually ocurred in the Northwest where the strength of China equalled that of the invaders. Besides, there was a demarcation line (in the Great Wall) between China and the foreign land. But today our southeast cost of more than the thousand li is open to foreigners for commercial and missionary purposes. They even intrude inland including the capital...This is indeed a changed situation which we have not seen  during the past several thousand years( [1] ).

La esperanza de que mercaderes, militares y aventureros varios de las potencias occidentales fueran tan amables y respetuosos como lo había sido el jesuita Matteo Ricci más de dos siglos antes, se desvanece pronto frente al poder de fuego de las cañoneras inglesas. Por otra parte, las probabilidades que los nuevos bárbaros experimentaran procesos de sinización como mongoles y manchurianos siglos antes, también parecían escasas.

China no encontrará un camino de cambio ni por el lado de un imperio (al estilo Meiji) que pudiera ponerse a la cabeza de una modernización semi-autoritaria, ni por el lado de una república (nacida en 1912) realmente capaz de gobernar el país. Y así llegamos a 1949: el nacimiento de la República Popular China. Y desde entonces, liberado de intromisiones indeseadas, el país vuelve a los rasgos autocentrados del mundo imperial, bajo nuevas vestiduras ideológicas. Tres décadas en que la novedad comunista se desgrana en un escenario cultural milenario y desarrolla ecos confucianos de virtud publica compulsiva, lideres sabios y benevolentes (con senilidades peligrosas), una corte-politburó periódicamente turbulenta (y casi invisible a los comunes mortales) y una sociedad dócil. Hasta llegar al actual ciclo de "apertura" iniciado en 1978.

Tres fechas

En varias ocasiones, desde mediados del siglo XIX, China se  enfrenta al tema de su relación con el resto del mundo. Y siempre fue un "enfrentamiento". Un difícil reconocimiento de la propia no-centralidad universal y un problema de empalme con los tiempos de mundo. Disponiendo como asesores de algunos entre los más talentosos intelectuales progresistas chinos de la época y en un momento en que se vislumbra el inminente desmembramiento del país, un joven emperador, que terminará su vida en reclusión, lanza en 1898 tres meses (los cien días) de profundas reformas en el sistema educativo, en la administración pública, en el ejército, etc. Y será un fracaso. La emperadora viuda tuvo la energía para animar a su alrededor una maquinaria institucional que olía a museo, pero aún capaz de trabar el cambio.

El país vuelve a tropezar en la misma piedra el 4 de mayo 1919. Pero, ahora, no son algunos notables intelectuales que claman por la modernización del país, son miles de jóvenes en Tienanmen que protestan por la violación de soberanía china cumplida en Versailles. Un acto fundacional del nacionalismo chino. Primera aparición de una generación que, mientras protesta contra lo extranjero exige una modernización del país que sirva, por lo menos, a evitar la vergüenza actual. Siguiendo a John Dewey y a través de Hu Shi, su discípulo chino, Mr. Science y Mr. Democracy son invocados como los grandes ausentes que China necesita materializar en su seno. Y será el segundo intento frustrado: preludio de la larga guerra civil que desgarrará un país destinado a imaginar su propio futuro en las cabezas de Chiang Kai-shek y Mao Zedong. 

El tercer intento de modernización y apertura al mundo ocurre a partir de 1978. Resurgido por segunda vez de sus cenizas, Deng Xiaoping encarna una voluntad de normalización después de las turbulencias sociales de la Revolución Cultural y sus contragolpes en el grupo dirigente. La apertura activa una aceleración histórica que, a lo largo de un cuarto de siglo, despliega números de crecimiento económico sin antecedentes. Pero, una China que se abre al mundo es, inevitablemente, una China que lo cambia (o puede hacerlo). Un país, sin embargo, que carga hacia el futuro dos retos para los cuales, no obstante los números espectaculares de crecimiento, no encuentra aún soluciones satisfactorias: la forma política (posiblemente democrática) capaz de continuar la modernización del país garantizando al mismo tiempo su estabilidad y, en segundo lugar, la estrategia capaz de aminorar la distancia de bienestar entre una costa y un entroterra cuyos desajustes más evidentes son la crisis agraria, el desempleo, la criminalidad, la proclividad hacia la corrupción de autoridades rodeadas de nuevas oportunidades de enriquecimiento, etc.

Reflexionando alrededor de estas tres fechas (1898, 1919 y 1978) intentaremos una reconstrucción muy somera de las vicisitudes que enfrenta un pueblo cuando se pregunta sobre sí mismo en los momentos en que descubre que ya no puede seguir siendo sí mismo, per lo menos en la forma antigua.

¿China?

Fairbank y Kwang-Ching comienzan así el prefacio al tomo 11 de la Cambridge History of China:

While generalizing is required in all thinking about history, it becomes a special problem in the case of China's history. 'China' is in fact one of the largest generalities used in modern speech. The term represents the largest body of people in one of the biggest land area over the longest recorded time( [2] ).

Añadamos que no siempre el mismo pueblo (la última dinastía es manchuriana y no tiene la menor intención de olvidarlo) y que el territorio también es variable (esa misma dinastía, Qing, duplica el área que anteriormente constituía el imperio Ming). Una continuidad poblada de discontinuidades y, sin embargo, una continuidad. Un sentido que, desde la segunda mitad del siglo XIX, se ve obligado a reconocer que un tiempo milenario se disuelve a contacto con fuerzas globales que lo sobrepasan.

En nuestra tarea de describir tres momentos de apertura al mundo, resulta incómodamente inevitable sintetizar algunos de los rasgos de aquello que súbitamente se vuelve "pasado" desde mediados del siglo XIX. Desde el momento en que se insinúa en varias mentes chinas la duda que, tal vez, el Imperio del Medio, no lo sea, no sea el centro del mundo, que axiomáticamente convierte todo aquello que está más allá de su influencia cultural en un Hic sunt leones indigno de interés para un hombre culto. Apuntemos al margen que tenemos aquí una civilización que, en su historia milenaria, nunca fue conquistada por (ni tuvo contactos con) otra culturalmente superior. Un país que desde los tiempos clásicos (desde Confucio, hace dos milenios y medio), y probablemente desde muchos antes, construye su identidad alrededor de la disciplina, la armonía del conjunto y la veneración del pasado, visto como el lugar de una sabiduría cuya conservación es factor de cohesión social y de legitimación política. La presencia cultural de la continuidad ha sido registrada así:   

The Chinese are alone in their obsession with events which ocurred more than 2000 years ago( [3] ).

Intentemos sintetizar en un puño de páginas las razones de esta "obsesión".

Orígenes.

El bronce llega a China alrededor de 1,700 aC (más de un milenio después respecto a su origen mesopotámico) y alrededor del bronce, se activa (¿o acelera?) una diferenciación social que empuja más allá del universo comunitario del tardo neolítico. En Erlitou (provincia de Henan) parecería encontrarse el primer asiento de una estructura estatal. Que las técnicas de fundición y los mismos productos de bronce estén rodeados de un halo mágico, que su producción sea monopolio de un estado embrionario y su uso prácticamente exclusivo de la elite (armaduras, recipientes ceremoniales, etc.), sugiere un vínculo fuerte entre bronce, diferenciación de clase y formación estatal. Erlitou, primer aposento del cobre, en 1,700 aC tiene entre 18 y 30 mil habitantes y una constelación de ciudades tributarias.

The Erlitou elite seem to have monopolized the most sophisticated metallurgy of the time and dominated the production of bronce vessels. Since the vessels were probably used as media for communicating with deified ancestors, the Erlitou elite also controlled the most sacred ritual power, which in turn confirmed their legitimacy to rule( [4] ).

Ancestros deificados, subrayemos. Registremos un ancla antigua de respeto al anciano, que se proyecta desde la familia al estado, y al revés, desde la insignificancia de tres milenios y medio, siglo más o menos. Un espacio cultural profundo, frente al cual Confucio no encarna sino el último tramo. Estamos en la frontera entre dos de las tres dinastías clásicas; entre los Xia y los Shang. Los Chou -pueblo nómada y primitivo idealizado por Confucio, como sostiene Fu Sinian, uno de los padres nobles de la historiografía china contemporánea- llegarían después, alrededor del año mil aC. Desde los Shang, y alrededor del bronce, se definen dos rasgos de larga duración: una elite central y elites locales vinculadas a través de un sistema tributario y la puesta en movimiento de un proceso histórico de larga duración por el cual los conflictos internos a la elite central inducen un empuje sistémico a la expansión imperial. Con los Shang, además de la escritura, aparece la figura del rey que, a través del culto a los ancestros, busca el favor de las deidades.

En sus primeros tres siglos, los Chou de Occidente, en un proceso de lenta asimilación de la antigua cultura Shang, empujan más lejos la centralización del poder y una maquinaria institucional constituida por la corte, la aristocracia, la burocracia (central y provincial) y el estamento militar. A ese pueblo de bárbaros Shang-izados,  idealizado por Confucio, se debe una idea de larga duración: el Mandato del cielo, la legitimación del poder a partir de su capacidad para conservar la estabilidad y el bienestar de los súbditos, como prueba de su propia armonía con el Cielo( [5] ).

La dinastía Chou pierde el control central de un imperio, que todavía no nace como tal, y se abre el ciclo de los Estados combatientes (480-221 aC). En este periodo, o poco antes, aparecen las figuras destinadas a dar un sello permanente a la cultura china: Lao tze, Confucio, Mozi, Zhuang Zi, etc. Y alrededor de estas figuras, el nacimiento de otra tradición de larga duración: las academias, donde las elites locales buscarán a lo largo de siglos incrementar sus posibilidades de éxito social por medio de la adquisición de un título oficial de letrado. Un instrumento, como veremos, de conservación y, al mismo tiempo, de movilidad social.

La primera unificación: tierra y burocracia

Uno de los estados combatientes terminará por prevalecer: el Qin, en el occidente (alrededor de su capital, la actual Xian), el Estado cuyo asiento geográfico es el mismo de la antigua dinastía Shang: el valle del Wei( [6] ). La novedad es el militarismo burocrático eficaz y portador de una nueva ambición unificadora (Prusia, Piamonte o Esparta, dejando volar la imaginación comparativa) y una nueva cultura, el legalismo, adversa a Confucio, que podríamos imperfectamente "traducir" como decisionismo. Una voluntad de organizar el imperio en una relación burocrática directa entre el emperador y sus súbditos. Lo que implica la eliminación de la aristocracia con poderes locales y la formación de una maquinaria burocrática estrictamente dependiente del emperador. Un colectivismo autoritario que necesita apagar todas las luces intermedias que puedan obscurecer la única del emperador que asume el nombre de Huang di, un título que en el pasado correspondía a "Dios" o a sabios divinizados. Shi Huang di es el primer emperador. Los confucianos se convierten en enemigos públicos (muchos de ellos serán enterrados vivos) y sus libros quemados. Es lo nuevo que pretende serlo sin aceptar limitaciones y que establece la pena de muerte para aquellos que "usen el pasado para criticar al presente"( [7] ). Una revolución autoritaria.

Shi Huang di (él del ejército de terracota( [8] ), cerca de Xian) re-unifica el imperio extendiendo su área hasta Cantón y a los confines con Vietnam. Los Qin, como los Qing 18 siglos después, unifican el país mientras lo extienden en varias veces. No obstante el legalismo diera un mayor valor a la norma que a la sabiduría del funcionario, el corto imperio de Shi Huang di mostró un despliegue de arbitrariedades, caprichos e indefensión colectiva frente a un emperador sin vínculos. Una dilatación de voluntarismo que supuso daños incluso después de la muerte: diez mil personas enterradas con el emperador entre concubinas sin hijos y los propios constructores de su mausoleo, que había requerido 700 mil personas al trabajo por trece años. La dinastía Qin dura apenas una década y media pero deja las estructuras iniciales  de la sucesiva dinastía Han. Una dinastía, que dará el nombre a la etnia china mayoritaria y que durará, con un corto interregno, cuatro siglos (de 221 aC a 220 dC). Los Han restauran el confucianismo agraviado y comienzan a convertirlo en doctrina de estado, casi tres siglos después de la muerte del sabio. Y esa dinastía será el arquetipo, el modelo ideal que la memoria mejorará en los siglos posteriores. Un largo periodo de consolidación institucional pero también de revelación de factores de turbulencia asociados al conflicto entre centralismo y aristocracia local, entre distribución de la tierra y sistema fiscal,  entre la burocracia imperial y la corte.

Los Han restablecen el sistema de llamar a la corte, y obligarlos a residir en ella, las mayores familias de la aristocracia local, para evitar ambiciones y alianzas  locales capaces de sostenerlas. Lo mismo que hicieron los Tokugawa a comienzos del siglo XVII en Japón, y que garantizó ahí una estabilidad institucional que no fue una de las menores ventajas llegado el tiempo de la Restauración Meiji, casi tres siglos después. El sistema revela una tensión que, en palabras de Sima Qian, el gran historiador del primer período Han, requiere una sabia acción de gobierno para "controlar a los señores locales sin usurpar su poder"( [9] ). Apuntemos al margen que Sima Qian fue mandado castrar en 98 aC, por un desacuerdo de opiniones con su emperador, Wu di. Por cierto, cinco de los siete primeros ministros de Wu di fueron ejecutados por sus órdenes. El historiador, alto funcionario de corte, muestra un rasgo de la cultura china: criticar el presente sin mencionarlo y razonando alrededor de casos ocurridos siglos antes. En desacuerdo con su emperador, y habiendo experimentado el peligro de estar en desacuerdo con él, Sima Qian critica el excesivo centralismo de su señor refiriéndose a Shi Huang di. Un procedimiento crítico que persiste hasta el presente, donde las eruditas disquisiciones históricas ocultan a menudo filos polémicos de actualidad que sólo son visibles a los enterados.

El centralismo que Sima Qian critica, significa, entre otras cosas, expropiar todas las propiedades más allá de cierto tamaño y repartir, desde el centro, la tierra en lotes familiares vinculados a precisos compromisos fiscales de parte de los campesinos beneficiados por el reparto. Estableciendo un molde que se repetirá en el futuro (por ej. durante la dinastía Tang (618-906), los Han también comienzan su recorrido dinástico con una política que centraliza la distribución de la tierra para concluirlo asistiendo impotentes al reforzamiento de nuevas grandes propiedades. Para mediados del imperio de Wu di (141-87 aC.), el valle del bajo río Amarillo entregaba al imperio 6 millones de bushels de granos en lugar de los pocos centenares de miles del comienzo de la dinastía( [10] ). Poderes locales fuertes significan, desde los Han en adelante, un debilitamiento de la relación directa entre el emperador y la masa campesina y, al mismo tiempo, un debilitamiento de los recursos para la corte imperial. Una tensión estructural ligada a la capacidad para conservar (o menos) la unidad del imperio a través de eficaces fórmulas de fiscalidad rural. A lo largo de siglos, la precariedad de la propiedad de la tierra la hace una base incierta para el bienestar y el poder. Salvo excepciones, en la historia china, el terrateniente lo es en virtud de la fortuna acumulada fuera de la agricultura. La tierra no es aquí, ciertamente no tanto como lo fue en la historia occidental hasta la revolución industrial (e incluso después), un factor cierto para construir riquezas que puedan transmitirse entre las generaciones junto con la preeminencia social local.

Frente a una tierra que, por ciclos recurrentes, pierde peso, el poder aumenta el propio. Un poder que, burocratizándose, ofrece otra posibilidad de ascenso social. Los exámenes imperiales, uno de los instrumentos de selección de la elite, se vuelven el mayor mecanismo de movilidad social mientras homologan la sociedad alrededor de un canon confuciano (si bien, diferentemente interpretado) cuyo dominio puede dar acceso, a través de tres grados de selección, a los más altos niveles de la burocracia imperial.

Con los Han se define un modelo que, no obstante los cambios posteriores, permanecerá en la sustancia inalterado en su arquitectura primaria. Un modelo en el cual se entrecruzan tres dimensiones: la cohesión cultural confuciana, el poder absoluto del emperador y una extendida burocracia. El emperador, padre de padres, es el encargado de mantener el orden en la tierra y conservar buenas relaciones con el Cielo. Cuando las cosas vayan mal en la tierra, resultará legítima la duda que el emperador haya perdido el Mandato del Cielo para gobernar. Una burocracia ampliada no solamente refuerza los hilos (de sujeción y de información) que se concentran en el emperador, sino que produce un contrapeso fuerte frente a las presiones que vienen de la familia del emperador, los eunucos, los militares. Una base de racionalidad sistémica, por decirlo de alguna manera. 

The bureaucracy in China gained its strength from a unique compromise between an absolutist form of government and a rational and humanist Confucianism( [11] ).

Lo que no excluye el conflicto entre los dos términos; entre un ideal de buen gobierno asegurado por emperadores sabios y...la realidad. Por otra parte, tampoco nunca hubo  garantías que un gobernante cristiano se comportara cristianamente. El confucianismo es virtualmente el único límite (cultural) con el cual el emperador, por lo menos en apariencia, tiene que hacer las cuentas, en ausencia de restricciones formales que limiten su poder. Aunque recíprocamente contradictorios, conviven, por lo menos desde los Han, dos principios: la arbitrariedad del soberano (a veces sabio y a veces no) y la racionalidad de una burocracia encargada de mantener la unidad del imperio y de sí misma. En esta dinastía se definen los nueve grados de la burocracia y el sistema de exámenes sobre textos literarios (usados como referencia para hacer frente a problemas actuales) adquiere un alto grado de formalidad. A comienzo del cuarto siglo, los funcionarios locales que recomienden candidatos que fallen sus exámenes, pueden ser despedidos( [12] ). El nivel más bajo de los exámenes, otorga un titulo de letrado que, sin garantizar la entrada en servicio activo, exenta de cargos fiscales y de obligaciones de trabajo colectivo, además de acercar al círculo del poder (e intercambio de favores) de la gentry y los magistrados locales. El notabilado local está en gran parte constituido por aquellos que no han pasado sino el primer grado de los exámenes.

Cumplamos un salto en el tiempo. Ji Xiaolan, alto funcionario de la dinastía Qing en la segunda mitad del siglo XVIII,dice:

I servi dei funzionari in servizio alla capitale considerano i funzionari nominati nelle province alla stregua di dei abitatori del Cielo. Il portinaio, appena saputo la nomina del suo padrone a funzionario di distretto, si era messo a saltare per la gioia e mentre saltava sulla porta di casa gridando: 'Oggi sono diventato anch'io un Dio", era scivolato e si era rotto una caviglia( [13] ).

Los funcionarios de la capital tenían sueldo fijo, pero, una vez enviados a las provincias podían enriquecerse, obteniendo y otorgando favores. Añadamos que los funcionarios asignados a algún lugar no debían ser originarios del mismo lugar. El sistema de los exámenes, que terminará por asentarse en tres niveles (local, provincial y metropolitano), está construido alrededor de una necesidad: seleccionar a los mejores, o sea, aquellos que, con una mayor educación literaria clásica, dispongan de la sabiduría necesaria para la tarea del gobierno. La especialización técnica no es aquí la clave de la selección, sino la erudición clásica y la capacidad para ponerla al servicio del presente. Una cultura, cargando las tintas, dominada por una tendencia a la glosa, a interpolar, interpretar.

Armonía y no-acción

El filósofo es aquí el sabio. En el lugar de la lógica, encontramos sobre todo la semántica y la intuición; en el lugar de las partes, el todo, en el lugar de la verdad, el camino. La pulsión esencial es la búsqueda del consenso, la armonía. 

The pursuit of wisdom has, from classical times,centered on finding a way to stabilize, to discipline, and to shape productively and elegantly the unstoppable stream of change in which the human experience is played out...But why call this narrative Confucianism rather than Chineseness?( [14] ).

Pero, Confucio es sólo uno, aunque probablemente el más fuerte, de los hilos que se entrecruzan en los siglos de una cultura que lo convierte en uno de sus iconos mayores. Los otros: el taoísmo y el budismo. Inmanencia y trascendencia encuentran en el camino nuevas formas para diferenciarse mientras se contagian recíprocamente( [15] ).  

Desde tiempos pre-clásicos, más que las cosas en sí, el interés se dirige a la totalidad, al entramado que la hace posible en medio de equilibrios cambiantes. Ese es el territorio del sabio junto con su pretensión de no crear, sino transferir en el tiempo una sabiduría ancestral. En el siglo VI aC, Confucio no resplandece de originalidad cuando sostiene algo que proviene de tiempos mucho lejanos:

El caballero considera el todo en lugar de las partes. El hombre común considera las partes en lugar del todo [...] Yo me limito a transmitir, no invento nada. Confío en el pasado y lo amo( [16] ).

Un par de siglos después, Zhuang Zi, el mayor representante de un intento de síntesis confuciano-taoísta de las "Cien escuelas", en el IV siglo aC, dice:

El gran saber todo lo abarca. El pequeño todo lo divide [...] ¿Quién ha ensombrecido el Tao, distinguiendo la verdad de la mentira? [...] Separarse de la inteligencia y unirse a la Gran Interacción( [17] ).

Para Mencius (Mengzi), el primer sabio fue Yao; antes era el desorden. Y Michael Puett comenta:

The sages' act of ordering involved not an imposition of culture on nature but allowing the natural order and hierarchy of the world to be recognized( [18] ).

Así como un fantasma recorría Europa, una idea recorre la cultura china por lo menos desde El libro de los ritos, wu wei, la no-acción. Leamos a Joseph Needham:

Altough the concept of wu wei was enphasised particularly by the taoist, it was part of the common ground of all ancient Chinese systems of thought including the Confucians [...] The movements of the celestial bodies proceeded according to teachings which no one has never taugh, and according to edicts which no one put into words [...] Is not the conception of wu wei deeply congruent with peasant life?( [19] ).

Sin embargo, la congruencia no es necesariamente una explicación. Igualmente congruente es el wu wei con una rígida sociedad patriarcal que nunca supo, o pudo, poner restricciones formales al poder central del estado, al emperador. Y necesitó en el tiempo racionalizar una impotencia. Wu wei como una sabiduría adaptativa frente a fuerzas demasiado grandes para pretender entenderlas y, mucho menos, gobernarlas( [20] ).

Es un ancla ética la que garantiza el orden. La aceptación de jerarquías no creadas: el hijo frente al padre, la mujer frente al marido, el súbdito frente al soberano. De ahí que el buen gobierno no dependa de reglas y vínculos a la acción del gobernante, sino de su sabiduría y sentido de la justicia de tal manera que su comportamiento sea norma para todos.

Si sus mejores cultivan los ritos, el pueblo no se atreverá a ser irrespetuoso. Si sus mejores cultivan la justicia, el pueblo no se atreverá a desobedecer. Si sus mejores cultivan la buena fe, el pueblo no se atreverá a ser mentiroso. A un país así, la gente acudiría en masa de todas partes con sus bebés arropados en la espalda( [21] )

El padre tiene una obligación moral a la virtud, para conservar el orden que su preeminencia hace posible. La ley supondría que este orden no podría sostenerse a sí mismo. 23 siglos después, volviendo al famoso consejero personal de Qianlong:

I sentimenti umani sono di ogni genere, i casi poi sono migliaia e migliaia, non si puó stabilire una regola rigida valida per tutto e per tutti. Se si insiste ad agire secondo un unico criterio di giudizio, si finisce per guardare solo un aspetto delle cose e si perde tutto il resto( [22] ).

Según la hipótesis de Fu Sinian, en la primera mitad del siglo XX, la tradición confuciana supuso una especie de eticalización de la historia previa, una reescritura para depurar contradicciones e historias inmorales de textos previos. Una especie de baño periódico que los textos clásicos reciben, como lo recibieron, después de Confucio y su escuela, por el mismo Sima Qian en el primer siglo aC( [23] ) o por el neoconfuciano Zhu Xi en el siglo XII. Un palimpsesto sobre otro en una interminable obra secular de construcción, depuración y redefinición del canon.  

Centralización, desorden y vida aldeana

Entre rivalidades sucesorias, invasiones de pueblos foráneos, rebeliones campesinas, eunucos atrevidos, discordias regionales, golpes militares, la historia china es una secuencia que va del poder centralizado a su fragmentación y de regreso. La línea está, más o menos, clara, lo que nunca puede saberse, salvo en el momento en que ocurre, es qué la romperá. Y, por cierto, no siempre la fragmentación es sinónimo de decadencia( [24] ). En la cronología de Needham, la historia china cuenta cuatro (más o menos largos) periodos de unidad y tres periodos de fragmentación. El último ciclo de unidad se inaugura, según el sinólogo inglés, con los Sung del norte en 960, aunque podría postfecharse a la dinastía mongola Yuan (1260), que restablece la unidad que los propios chinos, evidentemente, no habían podido garantizar a lo largo de más de tres siglos. En la peor de las hipótesis la unidad se ha conservado en los últimos siete siglos y medio.

Como vimos, muchas de las dinastías nacientes establecen un sistema de propiedad rural que acentúa el rasgo del control central. Como quiera que sea, las grandes propiedades, sobre todo en el sur, desde el delta del Yangtze, son raras frente a las pequeñas propiedades y al arrendatario cuya familia permanece, en ocasiones, siglos en la misma tierra no obstante los cambios de propiedad de la misma( [25] ). Desde comienzo del siglo IX, la decadencia de esa dinastía Tang poblada de poetas y que abole la pena de muerte en 747, bajo un emperador (Xuanzong) que pasará a la historia como un modelo de sabiduría y talento artístico (y que tenía un harén de 40 mil concubinas y un eunuco por cada diez de ellas), está probablemente asociado con el renacimiento del latifundio a manos de funcionarios de corte, aristócratas y eunucos que expulsan los campesinos de sus tierras, falsifican actas y se asientan en su lugar. Una pérdida de campesinos independientes a favor de arrendatarios que entregan al propietario 50 por ciento de su cosecha, mucho más de lo entregado anteriormente al tesoro imperial( [26] ). 

La persistencia secular de estructuras aldeanas basadas en la pequeña propiedad, explica tanto la creciente presión sobre la tierra (entre 1650 y 1850 la población se multiplica por  más de tres veces, de 125 a 410 millones) como la proclividad de las elites a buscar refugio en la intelectualidad burocrática. Y sin embargo en 1800, los burócratas en servicio activo eran apenas 20 mil además, naturalmente, de la gran masa de aquellos que habían pasado el primer examen (más de un millón, sobre una población de 300 millones), pero no tenían responsabilidades administrativas directas. Esa reducida densidad burocrática (en términos estrictamente numéricos) sugiere la idea de una realidad rural en gran parte autogobernada a lo largo de los siglos, una realidad social que, en gran medida, se autogobierna. He aquí un  ejemplo de la cohesión comunitaria, derivado de la dinastía Ming:

Twice a year, in the first and tenth lunar months, every community held its local banquet, with attendance by all households compulsory. Before food and drink were served, there were chants, lectures, the reading of imperial laws, and the reprimanding of individuals who had committed misdeeds in the village. A person who had committed an offense yet choose to absent himself from the public denunciation was declared an 'incorregible subject', whom the village community must then recommend to the civil government for a sentence of exile to the frontier( [27] ).

Si a esto añadimos la responsabilidad penal de la familia por los delitos de sus miembros, se entenderá la razón de la no excesivamente dilatada burocracia china. Una sociedad que se autocontrola. La cohesión comunitaria como factor de estabilidad política en la época Ming remite inevitablemente a los mismos mecanismos durante la edad maoísta de las comunas populares, antes, y de la revolución cultural, después. De ahí que algunos sostengan, no sin razón, que la sociedad china, en realidad sólo exista a nivel local( [28] ). Lo que, como ocurre a menudo, tratándose de China, es sólo parcialmente cierto.

Tres aperturas

1898, 1919 y 1978 son fechas que indican intentos de China para reconocer el contexto internacional y operar las transformaciones internas requeridas para navegar aguas turbulentas sin hundirse en ellas. Sin embargo, se trata de intentos que surgen de contextos diferentes, con ideas y urgencias diferentes y, naturalmente, con diferentes éxitos y consecuencias. 1898 es un intento imperial frustrado, 1919 es un movimiento social y cultural que, por primera vez, convierte la modernización en una demanda de masa, 1978 es un nuevo intento de apertura al exterior y transformación interna que viene del centro del poder y que, en su primer cuarto de siglo, obtiene éxitos asombrosos mientras abre incógnitas inéditas sobre sus perspectivas. China requirió ocho décadas, desde su primer intento, para trazar el rumbo inicial de un cambio interno en sintonía (más en la economía que en la política, hasta ahora) con los cambios en el resto del mundo.

1898

Han pasado seis décadas desde la guerra del opio, desde el momento en que China se enfrentó por primera vez a su impotencia para conservar su aislamiento del resto del mundo, sobre todo de un "resto del mundo" constituido por Inglaterra, Francia, Estados Unidos, etc. en fase de expansión mercantil en la ola de la revolución industrial o por Rusia y Japón que buscan ventajas territoriales en el nororiente de China. Más de medio siglo ha transcurrido desde el momento en que comenzó a resultar claro a un creciente número de chinos que la campana de vidrio se había irremediablemente cuarteado y que más valía apurar un rediseño rápido de las instituciones para enfrentar con alguna posibilidad los nuevos retos.

Pero, en la segunda mitad del siglo XIX, el reto exterior no fue probablemente el más demandante para la corte Qing. Las sublevaciones campesinas, antimanchurianas y milenaristas, pusieron a dura prueba una dinastía que llevaba dos siglos en esos momentos y que, no obstante su parcial sinización, seguía siendo considerada por la mayoría Han, una casta de usurpadores venida de una tierra de guerreros crueles y gente sin cultura. Algunas de estas sublevaciones (la Taiping en especial, la más larga y sangrienta) constituyen una mezcolanza de temas externos e internos que muestran las profundas tensiones que van debilitando tanto la legitimidad como la capacidad de gobierno del viejo régimen imperial.

En 1784 se establece el sistema de Cantón. La corte autoriza a los extranjeros a comerciar en un solo lugar y bajo estricto control de las autoridades chinas. Dos aspectos. Exceptuando cortos paréntesis, una de las constantes de esa civilización de la que los manchús son los representantes histórico finales, es la muy escasa estimación social para los comerciantes, generalmente debajo respecto a los campesinos( [29] ). Figurarse, mercaderes extranjeros. Los manchús reaccionan a la invadencia de los capitalistas foráneos en la lógica de quien intenta controlar una plaga. Se trata de asignar un lugar específico y vigilar el cumplimiento de las restricciones. En Cantón se crea un mundo de instalaciones portuarias y grandes depósitos de mercadería en espera de ser embarcada. Y, muro contra muro, las lujosas mansiones de los representantes de las mayores compañías comerciales del mundo. Sobre el té, que suplanta rápidamente el café en el norte de Europa, se forman grandes fortunas. Sin embargo, la preocupación occidental es que la balanza comercial de las compañías es persistentemente deficitaria: es muy poco lo que los chinos parecen dispuestos, o capaces, de adquirir de Occidente. Hasta la aparición del opio. En 1729, la corte imperial declara ilegal su comercio. En ese momento las importaciones se limitaban a 200 cajas al año, en 1800 eran 4 mil y en 1830, 30 mil. Finalmente se había encontrado la forma de financiar las compras en China con plata obtenida de la misma fuente. 

En 1839, la corte decide que ha llegado el momento de poner un freno al drenaje de la plata a favor de los extranjeros y tratar de limitar los daños sociales de la difusión del opio. El gobernador de Cantón es encargado de mostrar mano dura, lo que hace exigiendo la entrega de 21 mil cajas de opio, bloqueando el puerto y conminando los trabajadores chinos a abandonar la zona extranjera (donde trabajan como estibadores, cocineros, sirvientes) bajo amenaza de decapitación. Comienza la guerra del opio (1839-42) que terminará en los tratados de Nanking (1842), con los cuales China es forzada a pagar elevadas reparaciones de guerra a los ingleses, conceder al comercio varios puertos en cuyos limites las autoridades extranjeras adquieren el derecho a la extraterritorialidad. Y de ahí en adelante serán cada vez mayores los pedazos de territorio costero que, como concesiones, escapan al gobierno de Pekín. Sin embargo, la progresiva penetración extranjera -reforzada por una secuencia de tratados hasta la rebatinga de las concesiones de 1897 con la que Gran Bretaña obtiene, en el sur, Hong Kong por 99 años y los alemanes, en el norte, el puerto de Kiaochow en Shantung- no llega tan lejos como para penetrar tierra adentro, ni económica ni, menos aún, políticamente. A fines del siglo XIX la costa china de sur a norte está salpicada por concesiones que van de las provincias de Kuangtung y Kuangsi (y Vietnam anexionado en 1884) bajo control francés, a Cantón bajo control inglés, Amoy bajo control japonés, Shangai en manos inglesas, la costa de Shantung bajo control alemán y Port Arthur (y la Manchuria oriental) en manos rusas( [30] ).

A pesar de la agresión extranjera y la debilidad de la respuesta Qing, a diferencia de otras latitudes, no habrá aquí ni plantaciones ni intentos serios de colonización política. Y una de las posibles explicaciones, más allá de las rivalidades entre las potencias, está en la percepción occidental de un país recorrido por turbulencias sociales que lo vuelven virtualmente ingobernable. La revuelta Taiping es el mejor ejemplo de la intensidad y las dimensiones que la sublevación social puede adquirir en China. Además de ser un no feliz ejemplo de una primera forma de hibridación cultural. Hong Xiuquan es originario de una aldea cercana a Cantón, joven miembro de la baja gentry rural, intenta inútilmente cuatro veces los exámenes imperiales en su segundo nivel, después de haber pasado la primera selección local. Un joven voluntarioso pero, evidentemente, sin un talento sobresaliente, impedido de ascender socialmente. ¿Cuántas veces debe de haberse repetido en la historia china una historia humana similar? Hong llega a Cantón en 1846 y visita a un misionero protestante originario de Tennessee, Issachar Roberts, que después de meses de lectura guiada de la Biblia, le rechaza el bautismo por temor que su aparente conversión sea un expediente para conseguir trabajo. No habría sido la primera vez( [31] ). Es posible que el misionero tuviera razón, como quiera que sea Hong es rechazado por propios y ajenos. Y es el nacimiento de un sabio de aldea que asombra los vecinos por su erudición y crea poco a poco seguidores fieles que llegan a dominar enteras comunidades.

Hong ha llegado a la íntima convicción de ser el hermano menor de Jesús y el guía espiritual, encargado por Dios padre de volver a la Tierra y construir el Reino Celeste(Taiping). Apenas dos años después de la sublevación armada -en que se mezclan promesas de ascensión al Cielo y espíritu antomanchuriano- el ejército Taiping ya dispone de 40 mil hombres en armas y en 1853, cuando marcha sobre Pekín, tiene 70 mil hombres y será derrotado a apenas 100 km de la ciudad. Un milenarismo combatiente que en 14 años de guerra produce gigantescas devastaciones y un despliegue de crueldad de un bando y otro que produce entre 20 y 30 millones de muertos. El mayor conflicto armado antes del siglo XX y, probablemente, la guerra civil más sangrienta de la historia ( [32] ). Ingleses y franceses, apenas terminada la segunda guerra del opio (1856-1860) y obtenidas nuevas concesiones, se alían con el imperio, nuevamente derrotado, para combatir los ejércitos Taiping.

Vapuleada de dentro y afuera, la corte manchuriana -que en diferentes periodos de su historia tuvo que enfrentar fuertes sentimientos nacionalistas favorables a los Ming( [33] )- es más presa de sus variables equilibrios que de alguna estrategia sostenible y no acierta a definir ni una fuerte voluntad de cambio ni, menos, un comportamiento coherente con esa voluntad. La segunda mitad del siglo XIX encuentra la corte en una prolongada coregencia en la que la figura dominante es la emperadora viuda Ci Xi, que, antes, excluye del poder al príncipe Kung en 1884 y después, en 1898, bloquea el experimento reformador del joven emperador Guangxu y lo confina a los arrestos en su propio palacio. Ci Xi, antigua concubina del emperador Xianfeng(1851-61), es el punto más visible de la resistencia al cambio de una maquinaria institucional, en que se mezclan inercias seculares con tozudez manchuriana. Persiste una organización burocrática basada, además del Gran Consejo, creación manchú, en los tradicionales Seis ministerios (Nombramientos, Ingresos, Ritos, Guerra, Castigos y Trabajo públicos), que se remontan a los Sui y los Tang, trece siglos atrás.

Sin embargo, entre sublevaciones devastadoras y una corte imperial renuente al cambio, se desarrolla, entre una nueva clase de intelectuales (algunos de ellos educados en el exterior), la  conciencia de la necesidad urgente de una renovación política y cultural. Paralelamente, frente a un centro imperial, al mismo tiempo, exangüe y rígido, van definiéndose nuevos intereses locales que producirán el fenómeno de los señores de la guerra, principal obstáculo a la consolidación de la república nacida en 1912.

En 1898 convergen circunstancias que hacen posible la apertura de un periodo de reformas que, sin embargo, durará apenas cien días. Ese año tiene dos raíces inmediatas: 1895 y 1897. La primera es la fecha de la derrota china, por mar, frente a la indiscutible superioridad de la marina militar japonesa. Japón no ha perdido el tiempo desde su Restauración Meiji de 1868 y en un cuarto de siglo ha construido una industria naval capaz de garantizar que una cuota creciente del comercio exterior esté en manos japonesas y, de paso, derrotar a China e incorporar, por medio siglo, a Corea y Taiwán a su naciente imperio( [34] ). Una terrible humillación nacional para China cuyo dominio regional se había desplegado en los milenios. 1897 es el año en que, frente al paroxismo de la lucha por las concesiones de parte de las potencias extranjeras, se difunde en amplios estratos de la sociedad china ilustrada la percepción de un inminente desmembramiento del país. Entre algunos intelectuales reformadores, en especial Kang Youwei, y el joven emperador se establece un contacto directo que hará posible el intento reformador del verano 1898.

Veamos los personajes, comenzando por el joven emperador. El príncipe Zai Tian asume como emperador Kuangxu en 1889, a los 18 años, mientras Ci Xi anuncia un retiro que no tiene la menor intención de cumplir. En el momento de la transferencia formal de poderes, la emperadora viuda conserva sus allegados tanto en el Gran Consejo como en los seis ministerios de tal manera que resulte claro que la transferencia de poderes es más un asunto formal que real. El nuevo emperador asume el poder sin la posibilidad de ejercerlo. Con algunos tutores poco ortodoxos, es guiado en el estudio del inglés, la historia y el pensamiento occidentales. Y en 1897 hace saber a Ci Xi que no está dispuesto a gobernar un país condenado y que, a menos que se les concedan poderes reales, abdicará. Al emperador se le permitirá serlo entre el 11 de junio y el 21 de septiembre, aunque sea en medio de una corte y un amplio aparato burocrático que le es mayoritariamente hostil o ignora sus edictos o las dos cosas.

El segundo personaje de ese inicial y malogrado intento de modernización es Kang Youwei(1858-1925),su mayor protagonista intelectual. Kang es originario de Cantón, proviene de una familia de letrados y es con una sólida formación confuciana que se acerca, a comienzo de los 80s, en sus visitas a Hong Kong y Shangai, a los textos occidentales. Es una especie de weberiano de Oriente, un individuo con un alto sentido de responsabilidad hacia la maquinaria burocrática que puede alentar la transformación del país o hundirlo bajo una agresión exterior de la que, como cantonés, es testigo directo. Obtiene el título de jinshi (el máximo grado para un letrado que supere el tercer grado, el metropolitano, de los exámenes imperiales), funda escuelas y sociedades de lectura y prepara y cumple (por breve término) planes de modernización de un país que, en su óptica, tiene poco tiempo antes de que las antiguas estructuras se desmoronen envolviendo todo en el caos( [35] ). Kang piensa en un emperador que concentre los poderes y se convierta en una versión china de Pedro el Grande o del emperador Meiji, como acelerador de una modernización que necesitará crear el terreno de una monarquía constitucional. Kang se enfrenta a la cultura confuciana y, tratando de conciliar la vieja y la nueva China, desarrolla de Confucio una visión de sabio-reformador institucional. En forma propia, Kang sigue el camino de uno de sus maestros, Wang Tao, que había sido asistente del misionero Joseph Legge (el gran traductor de los clásicos chinos) y que décadas antes había desarrollado una idea de Confucio como el sabio que se adapta a las circunstancias( [36] ).          

Kang, desde 1888, ha enviado varios memoriales al joven emperador solicitando el inicio de las reformas. Pero no se limita a memorializar, en 1897 crea en Hunan escuelas que se convierten pronto en centros de presión a favor de las reformas. La gentry local, inicialmente favorable, se asusta y pide al emperador que decapite a Kang. Pocos meses después, sin embargo, es llamado a corte. El 11 de junio 1898, el emperador publica un edicto donde anuncia el inicio de las reformas como política del estado. El día 16 convoca a corte Kang y entre los dos se establece el eje fuerte de las reformas que Guangxu recibió permiso provisional de intentar de parte de una corte vapuleada por tiempos revueltos. Quangxu había intentado anteriormente reunirse con Kang pero un estricto protocolo de corte se lo había impedido.

En enero se permite a Kang entrevistarse con algunos altos funcionarios de corte. En esta entrevista ocurre el siguiente diálogo:

Jung Lu (general y confidente de CiXi): The institutions of the ancestors cannot be changed.

Kang Youwei: The institutions of the ancestors are used to govern the realm that had been theirs. Now we cannot preserve the realm of the ancestors; what is the use for their institutions

Algunos meses después, el 16 de junio, es finalmente posible la audiencia con el emperador, que dura cinco horas (hecho sin antecedentes), Kang Youwei le dice a su emperador:

The prerequisites of reform are that all the laws and the political and social systems be changed and decided anew, before it can be called a reform. Now those who talk about reform only change some specific affairs, and do not reform the institutions... Today most of the high ministers are very old and conservative, and they do not understand matters concerning foreign countries. If Your Majesty wishes to rely on them for reform it will be like climbing a tree to seek for fish( [37] ).

Ese mismo día, Kang es nombrado secretario del Tsungli Yamen, el ministerio de relaciones exteriores.

Hasta el 21 de septiembre se emiten más de un centenar de decretos imperiales sobre temas económicos, militares (la abolición de las pruebas de habilidad en el arco, por ej.), educativos (creación de escuelas con contenidos occidentales en todo el país), administrativos (exámenes imperiales con contenidos modernos), etc. En realidad, las propuestas que provienen de un emperador voluntarioso y bienintencionado y de un núcleo de letrados reformadores, no llegan a modificar en algún sentido profundo una maquinaria de poder que, sin embargo, se asusta lo suficiente para sabotear o envolver en marañas formales las iniciativas imperiales. El 21 de septiembre Ci Xi decide, sin que gobernadores reformistas como Yuan Shikai, muevan un dedo para impedirlo, que las vacaciones han terminado. Guangxu es recluido en arrestos domiciliarios. Varios de sus seguidores en la corte son ajusticiados, entre ellos el hermano menor de Kang Youwei y Tan Sitong, hijo de un alto funcionario que consideraba la monarquía un despotismo y el canon confuciano de los tres vínculos, un orden perverso y represivo( [38] ). Kang se salvará escapando a Hong Kong y su alumno Liang Qichao, emigra a Japón. Guangxu morirá misteriosamente a los 33 años, el día antes de la muerte de Ci Xi en 1908.

Desde ahí las reformas se olvidan y la corte experimenta otro camino: expulsar a los extranjeros. Las sequías en el norte del país crean la exasperación necesaria para un nuevo brote de agitación revolucionaria. Y es, otra vez, la secta del Loto Blanco, budista y antimanchuriana, que alimenta un  grado de xenofobia hasta entonces inigualado. La corte decide aprovechar la oportunidad y sostiene subrepticiamente la rebelión. Para los boxers -entre artes mágicas como la pretendida invulnerabilidad frente a las balas occidentales- se trata de reconciliarse con el Cielo expulsando los extranjeros que han venido a alterar un orden no solo humano sino cósmico( [39] ). Sequía y hambrunas, se deben a la indeseada presencia extranjera. Al final quedarán en el campo 231 extranjeros asesinados junto con miles de chinos cristianos y, presumiblemente, varios miles de campesinos desesperados que no llegaron a descubrir su invulnerabilidad. Es el canto del cisne del imperio Qing y de un mundo que se ha extenuado tratando de sobrevivir en circunstancias adversas. La corte sale derrotada de la revuelta de los boxers en 1900, tanto como ellos. Si el desprestigio había tocado su punta máxima en 1895, en 1900 toca otra. En 1908, en un intento in extremis de reformas, la corte promete una Constitución y  las primeras elecciones parlamentarias para 1916. Los Qing siguen creyendo, no obstante las señales, de tener todo el tiempo necesario. En junio de 1910, 300 mil letrados (uno de cada 4 o 5) firman una petición pidiendo la inmediata convocación de un parlamento. Y pocos meses después, la propia creación Qing, el Nuevo Ejército creado en 1894, comienza la sublevación en Wuchang que llevará a la república en 1911-12. El imperi se ha disuelto en el aire, pero la nueva república no tendrá larga vida.

Concluyendo, en China, evidentemente, no fue posible repetir la experiencia japonesa de una modernización imperial. ¿Por qué? La restauración Meiji es un cambio simbólico que devuelve, después de muchos siglos, el emperador en el centro del escenario. El imperio no se ha desgastado en una difícil relación con Occidente, sino que re-nace sin responsabilidades de tres siglos de shogunato Tokugawa (1603-1867) con la poderosa representación simbólica de una nación que necesita occidentalizarse, usando sus palabras, para defenderse de Occidente. Es el régimen Tokugawa a desgastarse a lo largo de catorce años en una relación humillante con Estados Unidos y el imperio restaurado podrá así presentarse como el único recurso disponible para garantizar la unidad del país. La modernización requiere de un cimiento nacionalista fuerte y será el Imperio Meiji a garantizarlo.  

En China, sobre el imperio Qing cae todo el peso de una inercia que ha dejado de ser factor de continuidad y, mucho menos, de gobernabilidad. Y además, los Qing son extranjeros, apenas cinco o seis millones en una población china de 410 millones en 1850 que los miran con resentimiento, desprecio y odio. El otro aspecto es que el Japón Tokugawa, que nace, como la dinastía Qing, en la primera mitad del siglo XVII, crea un aparato administrativo a lo largo de tres siglos incomparablemente más eficaz que el chino mientras la actividad comercial y agrícola experimentan un nuevo auge. Para reducir al hueso las razones por las cuales China no pudo repetir el camino japonés: un centro imperial de muy baja legitimación social y un aparato burocrático considerablemente menos eficaz.

1919

Todas las fechas importantes crean y son creadas por la memoria que necesita piedras miliares. El 4 de mayo 1919 es una de ésas. Ese día, 3 mil jóvenes provenientes de la media docena de universidades y liceos de Pekín se congregaron en la plaza de Tienanmen para protestar contra una decisión tomada en Versailles. Muchas cosas confluyen ese día en esa plaza y muchas salen de ahí diversas de como entraron.

Naturalmente, Versailles es también una piedra miliar de la historia de Occidente. Releer a Keynes( [40] ) a este propósito constituye siempre una sana lectura para recordar como la estupidez (en la forma de espíritu de venganza, de buenas intenciones declarativas o de incapacidad para mirar al conjunto) pueda producir consecuencias catastróficas. Así fue con el hitlerismo en Europa y, al otro lado del mundo, con la profunda desilusión sobre Occidente de parte de una China cuyas fuerzas mejores intentaban, en medio de dificultades e inercias gigantescas, hacer de Occidente el referente central de su transformación interna. Desde 1919, el comunismo encuentra el terreno fértil para quienes buscan un camino no-occidental de modernización que anteriormente, entre los reformadores radicales, se había buscado más por el lado de Kropotkin que de Marx( [41] ).     

Sin embargo, el 4 de mayo es también el punto más visible de la vitalidad de una generación. Una nueva generación de intelectuales, educados en Japón, Francia y Estados Unidos (curiosamente Inglaterra no fue un importante punto de destino para los jóvenes chinos en busca de una educación moderna), que, de regreso, emprenden una tarea gigantesca: criticar el pasado, en un país en que el pasado pesaba (¿pesa?) sobre el presente como en pocas otras partes del mundo. Una nueva generación que, a diferencia de la de Kang Youwei y Liang Qichao, ya no busca torcer Confucio a favor del cambio sino que lo convierte en el símbolo máximo de una sociedad anclada a la tradición y sin energías para el cambio. Una sociedad enferma que necesita revisar críticamente su propia historia.

En la reforma frustrada de la generación anterior confluyen letrados ilustrados que buscan construir espacios para la penetración de nuevas ideas en la vieja sociedad. En la generación de 1919, la vieja sociedad es vista como un residuo histórico inercial del que el país necesita desembarazarse lo más pronto posible. Es una nueva clase de intelectuales cuya vida depende menos de la carrera burocrática de antaño, la que protagoniza uno de los momentos más altos de "revolución cultural" en la historia de la China moderna y, probablemente, de toda la historia china. Aparecen nuevos periódicos y revistas, nuevos debates y nuevas propuestas; es la irrupción de una juventud instruida que desafía a sus padres y que, hecho inadmisible en la vieja cultura, incluye a las mujeres.  

El "cuatro cinco", como ha terminado por indicarse en la historia china, no simboliza un momento de decisiones institucionales destinadas a acelerar el ingreso de China en el presente del mundo, pero encarna algo comparable en importancia: una torcedura profunda en la historia cultural del país. El momento en que sus inteligencias más vivas concentran sus esfuerzos en una especie de ejercicio colectivo de autocrítica o, si se quiere, de toma psicológica  de distancia del pasado. No por casualidad la revista mensual, nacida en 1915, símbolo de la primera generación que mira sin piedad a sus ancestros, se llama Nueva juventud e, inevitablemente, nace en Shangai. Tres años después, la nueva revista fundada por algunos de los impulsores de Nueva juventud se llamará Crítica semanal. Crítica y juventud son los signos de reconocimiento de la generación del 4 de mayo. Como crítica de los manchús y de los tratados injustos con las potencias extranjeras, el nacionalismo chino había comenzado a asomarse después de la derrota de 1895 frente a Japón, pero adquiere nuevas dimensiones de masas en 1919.

En 1917 China había enviado a Francia entre 150 y 200 mil trabajadores (estibadores, cargadores, etc.) para sostener el esfuerzo bélico contra Alemania y, con la terminación de la guerra, esperaba que las concesiones en Shantung, obtenidas por Alemania en 1897, les serían devueltas. Muchas esperanzas estaban asociadas a los acuerdos de Versailles y no sólo por el asunto de Shantung sino además por la fe en que el espíritu wilsoniano prevalecería desmantelando todo el sistema de acuerdos previos que habían convertido la costa china en una sucesión de enclaves coloniales. A mostrar la unidad china alrededor de estas expectativas, en Versailles tanto el gobierno de Pekín como el de Sun Yat-sen en Cantón, se presentaron en forma unitaria( [42] ).

Y ocurrirá exactamente lo contrario de lo esperado. Las concesiones alemanas son transferidas a Japón mientras el sistema de las concesiones queda virtualmente intacto. Para Wilson es más importante obtener la participación de Japón a la Liga de las Naciones que mantener las promesas a China. El acuerdo se firma el 28 de abril y el 4 de mayo los estudiantes de Pekín se manifiestan en Tienanmen reflejando un sentido de humillación y de rechazo de los acuerdos que, bajo presión social, el gobierno de Pekín no suscribirá. La confianza en Occidente es cuarteada en forma profunda entre una juventud urbana que esperaba que en Versailles se torcería finalmente un largo camino de ocho décadas de humillaciones y tratados impuestos a China por la fuerza. La otra consecuencia es que la unidad entre los intelectuales progresistas, después de 1919, es cuarteada; de ahí en adelante se delinean dos perspectivas, una revolucionaria, que conducirá hacia el marxismo y de ahí a la fundación del Partido Comunista Chino y una nacionalista, que conducirá al KMT bajo la hegemonía de Chiang Kai-shek. 

Ocupémonos de los principales protagonistas intelectuales de esta generación. En los años anteriores a 1919 muchos de los que serán los más importantes intelectuales chinos de la época regresan a su país después de prolongadas estadías de estudio en el exterior. Entre ellos están Cai Yuanpei (1867-1940), Chen Duxiu (1879-1942), Lu Xun (1881-1936), Li Dazhao (1888-1927), Hu Shi (1891-1962), Fu Sinian (1896-1950) y varios otros.

Cai Yuanpei es el decano de la nueva generación. Después de haber alcanzado los más altos grados como letrado y haberse convertido en académico de Hanlin (la Sancta sanctorum de la cultura confuciano-imperial), estudia cuatro años filosofía en la Universidad de Leipzig y, después de un corto paréntesis como ministro de Educación en el gobierno de Sun Yat-sen en 1911, vuelve a Alemania por un año y pasará otros tres en Francia. En 1916 regresa a China para dirigir la Universidad de Pekín (Peita) que, bajo su dirección, se convierte en un centro de estudios de prestigio donde convergen algunos de los estudiosos más talentosos del país y en un lugar donde pueden convivir liberales, radicales y conservadores en nombre de la libertad de investigación, pensamiento y enseñanza. Chen Duxiu, futuro fundador en 1921, con Li Dazhao, del Partido Comunista Chino, es contratado como director de la escuela de Letras, Hu Shi como profesor de Literatura y Li Dazhao como bibliotecario y justamente este último empleará por algunos meses como asistente, entre 1918 y 1919, a un joven proveniente de Hunan: Mao Zedong.           

Chen Duxiu regresa a China en 1915 después de varias estadías de estudio en Japón y Francia y funda la revista mensual Nueva juventud (1915-1926), uno de los iconos del Movimiento de Nueva Cultura, con el cual una generación intenta sobreponerse al desencanto de los primeros años de la república.

The language of social Darwinist evolutionism is still invoked but in some sense the 'old society' and the 'old culture' are now treated as a kind of vast, inert incubus which has paralysed the soul of the nation( [43] ).    

Una inercia que sólo una profunda reforma cultural puede destrabar, considerando la inhabilidad de la política no sólo para reformar el país sino para gobernarlo a secas. En el desorden de la joven república, China cae en su peor pesadilla, la fragmentación, entre rivalidades, ambiciones descabelladas y locuras a secas de los señores de la guerra con sus cortes de generales recuperados del desempleo, gangsters, mercenarios.

Desde el comienzo resulta claro el espíritu de Nueva Juventud: Confucio, el taoísmo y el budismo son las marcas de una sociedad anclada al pasado e incapaz de renovarse. He aquí las palabras de Chen:

We indeed do not know which of our traditional institutions may be fit for survival in the modern world. I would rather see the ruin of our traditional 'national quintessence' that have our race of the present and future estinguished because of its unfitness for survival( [44] ).       

La revolución cultural es implícita: no es una civilización lo que importa, sino un país que aquella civilización amenaza con hundir. Chen reclama nuevos comportamientos y valores: ser independiente y no servil, ser cosmopolita y no aislacionista, ser científico y no visionario, ser progresista y no conservador. Hay que puntar más sobre el individuo, su libertad y creatividad potencial que sobre la institución de la familia como núcleo básico de la sociedad. La juventud es vista como una especie de energía biológica (Chen vive años en una Francia poderosamente influida por el pensamiento de Bergson, cuyo Nobel llegará en 1927) con el deber moral de superar los antiguos moldes de una sociedad anclada por tradición al patriarcado tanto en la familia como en el poder político( [45] ). 

Al calor de la desilusión de Versailles( [46] ), Chen Duxiu encuentra inspiración en el marxismo para la renovación de su país y con Li Dazhao será uno de los trece fundadores del partido comunista en 1921 en Shangai. Li Dazhao, introductor del marxismo -una versión china del viejo Plechanov ruso (maestro de Lenin)-, es el bibiotecario de Peita en la que la el joven Mao Zedong será asistente en la segunda mitad de 1918, su guía en la aristocracia intelectual de la capital y, sobre todo, su primera influencia en la percepción del campesinado como la clase fundamental para la futura revolución china( [47] ). Mencionemos también que en 1927 Li Dazhao es asesinado, a los 39 años, por uno de los señores de la guerra en el pleno de la represión anticomunista del gobierno nacionalista en cierne.  

Otro miembro prominente de la generación, y otro colaborador importante de Nueva Juventud, es Hu Shi que regresa a China en 1916 después de siete años en Estados Unidos donde obtiene el master en Cornell y el doctorado en filosofía por la Universidad de Columbia. Bajo la influencia de J.Dewey y T.Huxley, Hu se convierte en una bandera china del pragmatismo, el espíritu anticonfuciano y la valoración crítica del pasado. Ciencia y Democracia serán las claves de la redención de China. Desde 1915, estando todavía en Estados Unidos, lanza un movimiento para introducir el pai-hua, lenguaje corriente (una especie de vulgar florentino frente al latín), en una lengua escrita aún dominada por los moldes clásicos que limitan la comprensión de la mayoría y encierran el pensamiento en módulos antiguos. Nueva Juventud será la primera en acoger con entusiasmo la propuesta y publicar en pai-hua la revista. Desde 1920 el lenguaje corriente es introducido oficialmente en las escuelas del país. Mencionemos al margen que Hu Shi seguirá un camino diferente respecto a Chen Duxiu y Li Dazhao, asociándose (críticamente), al gobierno nacionalista( [48] ) hasta convertirse en embajador en Estados Unidos entre 1938 y 1942. 

A la conclusión de este apartado, hay dos personajes en cuyas diferencias está el hado de la generación del cuatro mayo: abrirse al mundo significará para ellos descubrir (e incorporar a la propia historia) la disyuntiva que se ha vuelto mundial entre capitalismo y comunismo(y sus dos abanderados: USA y URSS). De un lado, un atormentado y tormentoso novelista, educado en Japón, considerado el padre de la literatura china moderna, que optará a favor del comunismo y morirá a los 55 años en 1936: Lu Xun. Del otro lado, un filólogo e historiador académico, educado en Inglaterra y Alemania, que será, entes, presidente de Peita y, después de su retiro a Taiwán en 1948, presidente de la Universidad de Taiwán (Taita): Fu Sinian. 

El abuelo de Lu Xun era un oficial encarcelado por corrupción, su padre un opiómano y él será el máximo símbolo literario de su generación. Leamos lo que escribe en 1928.

The (Shanghai newspaper) Shen Boo of 6 April carried a 'Letter from Changsha' describing the seizure of the provincial committee of the Communist Party by the Hunan authorities who sentenced over thirty of them to death and executed eight of them on 29 March. This article is so well written that I am quoting it: 'After the execution that day, because three of the prisoners were female -Ma Shuchun, aged sixteen, Ma Zichun, aged fourteen, and Fu Fengjun, aged twenty-four- the whole city turned out to have a look. You hardly move for the crowd(...)'. How powerful this short report is! As I read it, I felt I could see the head impaled at Court Gate and the three headless female corpses at the Teacher's Association. They must have been stripped to the waist at least, too -or perhaps I am guessing wrongly because I am so depraved( [49] ).

Lu Xun se vuelve la máxima figura literaria del partido comunista, que, depurándolo de sus incomodidades, lo convierte, en palabras de Mao, en el "generalísimo de las letras". Salvo, al mismo tiempo, dar instrucciones literarias sugiriendo una escritura sin los sarcasmos de Lu Xun. Leamos algunos fragmentos que revelan tanto la agudeza como la complejidad del escritor.

Chaque fois que je lis des livres chinois, j'ai l'impression de m'enforcer dans un quiète torpeur que l'eloigne de la vie (...) Je retrouve constamment en moi ces même pensées odieuse que les Anciens ont consignées dans leur ouvrage...Je maudis sans cesse mes propres pensées (...) Le jour ou je pourrai enfin m'exprimer en toute liberté , sans aucune arrière-pensée, ne viendra jamais pour moi, je crains (...) Je voudrais prolonger un peu l'inconfort de certaines 'honnêtes gens', et à cette fin, je conserve donc une partie de mon armure protectrice, je veux demeurer comme un écharde dans leur flanc, ceci jusqu'au jour où j'en aurai assez et desarmerai de moi-même.

Comenta Simon Leys:

L'obsuriré était pour Lu Xun le seul moyen de réconcilier deux exigences contradictoires: d'une part l'intégrité de l'artiste qui entend demeurer fidèle à sa vision personelle de la réalité, d'autre part la responsabilité de l'écrivain envers des lecteurs qui, bien contre son gré, veulent l'investir d'un rôle de 'guide' ou de 'maître à penser'( [50] ).

Lu Xun es un gran escritor y un ídolo generacional que hace del sarcasmo y la agudeza crítica sus armas para mostrar los retardos complacientes de una cultura que se resiste a renovarse. En una de sus novelas más conocidas, La verdadera historia de A Q, el personaje es un chino con una característica sobresaliente: "A Q tenía muy buena opinión de sí mismo". Y es así como, desgracia tras desgracia, ninguna de las cuales le obliga a mirar críticamente sí mismo, llega a ser ejecutado por los mismos revolucionarios cuya llegada esperaba con ansiedad.

Con Fu Sinian, nacido una década y media después de Lu Xun, entramos a otra dimensión: la academia y una opción política a favor del nacionalismo encarnado en la figura de Chiang Kai-shek. Desde muy joven Fu se acerca al pensamiento de Kang Youwei y Hu Shi y después de 1919 deja el país y pasará cuatro años estudiando psicología en Londres y otros tres años en Alemania estudiando filología e historia. La crítica a Confucio se convierte aquí en una revisión global de la historia china. Para Fu, desde los tiempos de los Estados Combatientes, con Confucio, durante los Han, con Sima Qian y en el siglo XI, la historia china se parece a una continuo esfuerzo de eticalización de desgarramientos removidos para asegurar la continuidad civilizatoria construida sobre valores eternos. Con sus estudios, la historia china comienza a asemejarse a una gigantesca y repetida obra de construcción ideológica. Fu se aleja de las interpretaciones canónicas y revela la escasa credibilidad de textos clásicos que fueron varias veces modificados para construir una visión ética unitaria. "Sospechar de todo lo que está arriba de toda sospecha" es su divisa. En medio de señores de la guerra, corrupción y las matanzas posteriores, Fu se repliega en la revisión de la historia antigua como la base para la reconstrucción cultural del país. "No hablar de política por veinte años" es el lema( [51] ).     

Estando todavía en el exterior, en 1924, Fu entra al KMT atraído por su programa nacionalista y reformador. Es un joven estudioso que, mientras comienza a adentrarse en los misterios originarios de las primeras tres dinastías (descubriendo y defendiendo contra el canon, el origen étnico múltiple de la civilización china y el mayor avance de los Shang sobre los Chou, a diferencia de Confucio), se va convenciendo de que uno de los factores del retardo acumulado por China respecto a Occidente estriba en su moral tan abstracta como introspectiva. Y el piensa que el ejercicio de la ciudadanía (a través de la ley y la política) es el único instrumento para cambiar el país. Podemos imaginar su desconcierto cuando, en 1934, ¡el gobierno nacionalista declara el culto oficial de Confucio! Sin embargo, decidió compartir su existencia con el KMT y también llegó a Taiwán donde terminó por convertirse en la figura más renombrada de la cultura taiwanesa. Un intelectual incómodo para los cánones historiográficos chinos y por los políticos, considerando sus repetidas críticas a la corrupción del régimen nacionalista, lo que produjo la renuncia de dos primeros ministros. Concluyamos diciendo que pocos historiadores chinos contemporáneos han quedado al margen de las enseñanzas de Fu Sinian. 

Dos inteligencias luminosas, en medio de muchas otras, que, más allá de la política, encarnaron una misma aspiración: emancipar a China de una antigua cultura patriarcal y autoritaria. Y esta es exactamente la revolución cultural de 1919: dejar de mirar el pasado con la complacencia retórica de quien lo idealiza y, al mismo tiempo, convierte lo exterior en bárbaro. Una generación que, sin embargo, abriéndose al mundo, se desgarra en su interior.

1978

Algunas páginas atrás no habría sido posible mencionar 1898 sin delinear algunos trazos sumarios sobre resistencias y retardos de comprensión del imperio Qing. Necesitamos repetir la operación. ¿De cuáles resistencias surge el actual, nuevo, ciclo de apertura cuya acta de nacimiento indica el año de 1978? A fines del siglo XIX, fue una antigua civilización (gobernada por una etnia de origen foráneo) que pretendía persistir no obstante las señas del tiempo. Desde 1949 será una nueva "civilización" (proletaria) a oponerse a la contaminación foránea mientras se entrega, cuerpo y alma, a construir su nuevo, inevitablemente luminoso, futuro. Allá, la resistencia venía del pasado, aquí, del futuro inminente que no puede mancharse de impurezas mientras va definiendo sus perfiles.

El primero de octubre de 1949 nace la República Popular China que desde sus inicios, y sin sorpresas, crea una arquitectura institucional a mitad camino entre la antigua autocracia imperial y el molde soviético de partido único depositario de la justa doctrina. Pero, a diferencia de la URSS que, pérdidos los entusiasmos iniciales, se ha convertido en una gigantesca maquinaria burocrática más interesada en conservar sí misma que en construir un comunismo que se ha vuelto un frío culto incapaz de alentar grandes pasiones colectivas, China se encuentra en las fases iniciales de un ciclo creativo con líderes que, después de sus victorias militares, están dispuestos a "tomar el cielo por asalto". Y Mao Zedong es la gran personalidad encargada de guiar la tarea.

Muchos factores intervienen, mezclando sus efectos, en una historia (que no concluye) donde vuelve a presentarse el antiguo problema de controlar al "emperador", el recurrente mesianismo voluntarista que impone un canon de virtud compulsiva, la plasticidad social frente a la voluntad central, la energía juvenil de una revolución que busca dignificarse después de un siglo de humillaciones, el síndrome de una senilidad hiperactiva y, de paso, un crecimiento medio entre 4 y 5 por ciento anual a lo largo de las primeras tres décadas de la República Popular. ¿Cómo sintetizar eso, y más, en pocas palabras? Intentémoslo aclarando al lector que mucha de las afirmaciones que siguen son más "proposiciones interrogantes" que verdades establecidas en forma definitiva. Además del problema del espacio sería suficiente la lectura, consecutiva o simultánea, de Edgar Snow y Simon Leys para perder la confianza en la posibilidad de construir alguna verdad que no sea un olvido de segmentos no reconocidos de la realidad.  ¿Era injustificada la alta consideración de Mao a los ojos de Edgar Snow, por lo menos en los tiempos de Yenan? ¿Es injustificado el repudio de Simon Leys hacia el mismo personaje? En fin, como siempre, acercarse al presente es multiplicar las dudas y, por consiguiente, las necesarias cautelas.

La Nueva Democracia persiste hasta 1953. La idea central era una economía en tres patas: las empresas del estado, la propiedad privada o cooperativa en el campo y las pequeñas y medianas empresas privadas en el resto de la economía. Pero, como los Ming (y otros), el nuevo régimen también tiene dificultades en reconocer algún grado de autonomía a los mercados. A las antiguas razones se añaden ahora las nuevas, derivadas del marxismo-leninismo. La reforma agraria, entre 1950 y 1952, asigna tierra (un promedio de 2 mou por cabeza, correspondientes a la séptima parte de una hectárea) a 300 millones de campesinos. Entre rencores espontáneos e instigados y ejecuciones a la conclusión de juicios sumarios, son centenares de miles los muertos en el grupo de los campesinos ricos y otros elementos indeseables. Se repite, en otro contexto, la des-kulakización. En diciembre de 1952, la reforma agraria ha concluido y de inmediato comienza el proceso de colectivización cooperativa que, con asombrosa eficiencia, se cumple prácticamente en 1956( [52] ). Apenas un año antes había entrado realmente en operación el primer plan quinquenal, con un gasto industrial siete veces mayor al gasto destinado a la agricultura. No obstante distinguos y sutilezas doctrinarias, en la sustancia, es el esquema staliniano inaugurado en 1929: industrialización acelerada y colectivización forzada de la agricultura.     

Fuerte de los éxitos iniciales del primer plan quinquenal, Mao decide que hay que acelerar los tiempos. Y se inaugura, en 1958, el Gran Salto. La base doctrinaria es sólida: como dijo Lenin, el capitalismo ha entrado en su tramo histórico declinante y el comunismo no es otra cosa que una aceleración del ineludible parto de la nueva sociedad. China misma es la prueba de la validez del pronóstico leniniano. Hay que acelerar y mostrar que una guía ideológicamente correcta puede producir resultados asombrosos. A comienzos de 1958 se anuncia el Gran Salto, un plan trienal que prevé aumentos estratosféricos en la producción industrial y de energía. Todos los recursos disponibles (humanos y materiales) deben desplazarse a la consecución de las metas cuantitativas fijadas. Además de la voluntad garantizar la autosuficiencia local, lo que lleva a los altos hornos de traspatio; 600 mil en todo el país, casi de la noche a la mañana. Para confirmar la fuerza de una antigua, y presente, autoridad imperial con un extraordinario poder social. Pocos meses después nacen la Comunas populares; de la propiedad privada, por sus dimensiones objetivamente insostenibles, sobre todo en el norte del país, a las cooperativas semi-socialistas y de ahí a las Comunas. En apenas ocho años. Por lo que debería ser clara la razón de la abundancia de dichos chinos en que el plegarse de los bambúes al viento es sinónimo de sabiduría. Es una aceleración que pone a prueba las capacidades de una joven maquinaria socio-política, pero ha llegado el tiempo de la confianza en las propias fuerzas.

Se fusionan 700 mil cooperativas en 20 mil Comunas gigantescas, escenario de un experimento igualmente gigantesco: la socialización forzada en las prácticas cotidianas de vida. El nuevo objetivo declarado es acelerar el tránsito al comunismo. Cocinas y lavanderías comunes, sistemas de puntos-salario, grupos y brigadas de trabajo y administración en propio (al interior de cada Comuna) de sistemas de salud, pensiones, etc. De paso, se conseguían así dos ventajas: reforzar una antigua tradición de autogobierno capaz de reducir al mínimo las necesidades centrales de regulación y simplificar la cadena de mando del centro a la periferia. Un autogobierno administrado por cuadros locales del partido y un centralismo con gran potencial de penetración en todo el cuerpo del país a través de sus 20 mil células primarias. "Las Comunas facilitan las cosas para los dirigentes", dice Mao( [53] ).        

Los resultados serán desastrosos; China interrumpe su marcha ascendente y por primera vez su PIB estimado retrocede en términos absolutos por tres años consecutivos. Una tercera parte de la producción siderúrgica (sobre todo proveniente de los hornos caseros) será inutilizable por la baja calidad. Y la producción de granos, complicada por sequías, retrocede en términos absolutos en un país con un equilibrio frágil entre población y alimentos, lo que produce hambrunas con gigantescos costos humanos. Peng Dehuai (tal vez con el apoyo inicial de Liu Shaoqi y de Deng Xiaoping), secretario de defensa, es uno de los pocos que se atreven a criticar ingenuidades, voluntarismos heroicos y optimismo oficial. En julio 1959, amenazando su retorno a la guerrilla, Mao obtiene la defenestración de Peng y su sustitución en la cabeza del ejército por su allegado Lin Biao. Pocos meses después, en diciembre, bajo la creciente evidencia del fracaso del Gran salto, Mao anuncia que no se volverá a presentar para el cargo de Presidente de la república.

Entre 1960 y 65, Mao sigue conservando importantes cargos pero ha dejado de estar en el centro de las decisiones verdaderamente importantes. Y durante este periodo asume el papel del gran sabio en la sombra que envía esporádicas señales, a veces crípticas, de su descontento sobre el desarrollo del país y su leadership. En esos años, Mao mantiene viva la polémica entre el rojo y el experto: donde el primero es el revolucionario y el segundo, el técnico que no puede entender la primacía de la política, es el potencial revisionista tentado por la vía capitalista y con (inconfesadas) simpatías krushevianas. Es la cultura de la sospecha, de los exámenes de conciencia interminables, del pragmatismo convertido en culpa, de una nueva ritualidad ortodoxa en que las masas no son más que la hipostatización de la voluntad de Mao. 

En 1965 el gran viejo decide que hay que tomar la iniciativa en formas menos metafóricas. Se transfiere de Pekín a Shangai, y lanza, a través de una pluma disponible en un cotidiano de la ciudad, una dura crítica a una obra de teatro escrita cinco años antes por Wu Han, vice-alcalde de Pekín, que pertenece al grupo de los críticos del Gran salto. En esta obra, La destitución de Hai Rui, en forma sutil, y ambientando la historia a mediados del siglo XVI, se compara a Mao con un antiguo emperador Ming y a Peng Dehuai con el honesto consejero Hai Rui que, arriesgando su vida, se atreve a criticar las decisiones imperiales. Pocos meses después, el cotidiano oficial del ejército se une a la crítica de Wu Han y de su pieza teatral. Son las primeras señales. A comienzos de 1966, Lin Biao, a la cabeza del ejército, se libera de un dudoso maoísta que por su desgracia era Jefe del Estado Mayor, Luo Ruiqing, que intenta suicidarse bajo la presión de las sesiones de autocrítica a las cuales es forzado( [54] ). El 18 de abril, el cotidiano del ejército, editorializa así: "Mantener alta la bandera roja del pensamiento de Mao Zedong y participar en la Gran Revolución Cultural Socialista". Prácticamente una declaración de guerra del ejército a la maquinaria del partido, sospechosa de escaso entusiasmo maoísta.

Después de cruzar a nado el Yangtze para demostrar su vigor a sus adversarios, Mao regresa, en julio a Pekín. Asiste, con Lin Biao, como su nuevo sucesor, al desfile de guardias rojas que se encargarán de criticar y reprimir las tentaciones y los complots a favor de la restauración del capitalismo. En agosto, Mao escribe su dazebao: "Bombardear el Cuartel General". Con el ejército cubriendo sus espaldas y millones de jóvenes que se adhieren entusiastas a una campaña de depuración y nuevo comienzo de la revolución, el gran timonel está nuevamente en el centro del escenario. Las masas lo han devuelto donde el revisionismo lo había, si bien elegantemente, expulsado. Pero, su retorno en fuerzas es menos elegante: Liu Shaoqi y Peng Dehuai mueren en la cárcel junto con otros miles de dirigentes, cuadro y ciudadanos comunes en un torbellino de pureza ideológica. A Deng Xiaoping le irá mejor y será enviado a trabajar por años en una fabrica de tractores.

El país es presa de un fervor revolucionario que amenaza la gobernabilidad y desde 1968, con los Comités revolucionarios integrados con representantes del ejército, la recreación llega al final. Los estudiantes son la mayoría de los 18 millones de jóvenes que hasta la muerte de Mao, en 1976, serán enviados al campo para aprender de las masas y, en la mayoría de los casos, desperdiciar sus vidas. En 1956, la campaña de las cien flores, que dio a los intelectuales el derecho de criticar al régimen, duró mes y medio y fue seguida por una más prolongada campaña para desenmascarar los derechistas incrustados en el régimen y que, por cierto, fue dirigida por Deng Xiaoping. La parte heroica (más dramática y sangrienta) de la Revolución Cultural -que poco tenía que ver con la cultura salvo el enfebrecimiento ideológico alimentado desde el centro- va de 1966 a 1969. Deseos de justicias y de algo nuevo se entrecruzan con purezas que llevan guardias rojos a combatir contra guardias rojos por una mayor fidelidad al pensamiento del presidente Mao y a torturar, asesinar o forzar al suicidio opositores, a menudo inventados, en un torbellino calvinista en versión asiático-proletaria.

A comienzo de los años 60 del siglo XIX, mientras todo comienza a desmoronarse a su alrededor, Hong Xiquan, el hermano menor de Cristo, da un nuevo giro de tuerca al puritanismo que regula la vida de su gente mientras sigue corrigiendo la Biblia donde ha encontrado graves fallas que se encargará de enmendar. Con la Revolución Cultural la virtud revolucionaria ha sido restablecida y la derrota del Gran Salto es removida para rehabilitar la justeza de la línea de Mao. Como con el Gattopardo, cuando la polvareda se asienta, resulta que todo y nada ha cambiado. Los mecanismos del poder son sustancialmente los mismos con el añadido del fervor revolucionario. Y además, ahora, el emperador está viejo y se vuelve a poner en escena el libreto de una sucesión difícil. Con el heredero oficial, gris y sin fuerza, una emperadora-viuda aparentemente poderosa y muchos más actores, que resultarán más poderosos que los mencionados.   

Lleguemos entonces a 1978. Mao ha muerto desde hace dos años, sus herederos espirituales (convertidos en Banda de los cuatro) han sido neutralizados( [55] ), su heredero oficial vive una creciente pérdida de poder frente a la (nuevamente) recuperada figura de Deng Xiaoping que cataliza el deseo de normalización de parte del viejo aparato y de gran parte de la sociedad china. La Banda de los viejos, como dice Liu Binyan, vuelve a tomar el control de la maquinaria del partido después del torbellino maoísta y la transición desde la muerte de Mao hasta el momento en que Deng puede poner dos de sus hombres (como veremos dentro de poco, mucho más reformistas que su jefe) en los puestos centrales del partido y del estado. EN 1980, Hu Yaobang es nombrado Secretario general del partido y Zhao Ziyang, Primer ministro. He aquí la clave de lo que ocurrirá de ahí en adelante. Deng dispone de dos funcionarios de primer nivel: Hu Yaobang ha reunido alrededor de sí una nueva generación de intelectuales cuyas demandas van en el sentido de una mayor libertad, mayor transparencia, más pluralidad de expresiones y más democracia. Son aquellos que, como Liang Qichao, desde el siglo pasado, clamaban que sin reforma política la reforma económica (entonces, la "tecnología occidental") no habría tenido la posibilidad de consolidarse( [56] ). En fin, la primacía de la política sobre la modernización económica. Eso mismo es lo que piensan los intelectuales del círculo de Hu. Zhao Ziyang será, por su parte, el motor central de las iniciativas de reforma económica y apertura exterior de la primera década (1980-1989). Pero del otro lado, está el viejo aparato para el cual el control estatal de la economía es una rasgo irrenunciable del socialismo y cada voz discordante tiende a ser leída como una conspiración o una forma de desviacionismo.

Deng es el nuevo emperador que media entra una voluntad de reforma y una de restauración. De ahí el carácter oscilante de sus decisiones, hasta 1989 cuando toda duda es disipada: Deng no está del lado de los reformadores políticos. Liang Qichao, un siglo después, sigue siendo un revolucionario. Pero, el nuevo-viejo grupo dirigente, en lugar que volver a la tranquilizante ortodoxia soviética, se lanza a un ambicioso plan de reforma y apertura económica al exterior con un aligeramiento de la presencia del estado en la vida cotidiana de las personas. Entre fines de los 70 y comienzo de los 80 se define un plan de largo plazo de modernización en la industria, la agricultura, la ciencia y tecnología y la defensa. Las Cuatro modernizaciones de Deng Xiaoping. 

Deng quiere las reformas (y sabe que el país las necesita)  mientras el sistema político quede virtualmente inalterado, con el PCC en el centro del poder. Desde comienzo de los 80, cuando las reformas comienzan a operacionalizarse, con Hu que abre espacio a los intelectuales que exigen mayor libertad y denuncian atrasos, autoritarismos, corrupción, y Zhao que abre las puertas a los campesinos para que puedan vender parte de sus productos en el mercado y a los capitales foráneos (en formas de inversión o de crédito), ha pasado un cuarto de siglo. En este tiempo, no obstante las tensiones políticas y sociales de un nuevo ciclo de reforma y apertura -que ocurre un siglo después del primero (acumulando a retardos seculares retardos contemporáneos)-, el país ha conservado su unidad (lo que no era, ni es para el futuro, un dato adquirido), el PIB per capita se ha multiplicado por siete veces, la creación de riqueza en China depende hoy en un 60 por ciento del comercio exterior, el país ha sacado de la pobreza extrema (ingresos menores a un dólar por día), según estimaciones del Banco Mundial, 400 millones de personas entre 1981 y 2002. Pero mientras estos éxitos seguían asombrando, China comenzaba también a enfrentarse a nuevos problemas (o viejos en formas nuevas): el aumento de las distancias de modernidad y bienestar entre la costa y el entroterra, la mayor polarización del ingreso, la corrupción, la delincuencia, etc., además de una sociedad que (sobre todo a través de estudiantes e intelectuales) pedía  democracia. A lo cual es necesario añadir los nuevos desequilibrios económicos, como el peso de las empresas del estado sobre el presupuesto público, la fragilidad de bancos (que en su casi totalidad siguen siendo públicos) sobrecargados de carteras inexigibles, la crisis rural, el desempleo, los escasos derechos de los trabajadores urbanos provenientes del campo, etc.  

Una forma para sintetizar una parte de los problemas mencionados, es esta:

(China se encuentra en un estado de "extrema contradicción") its newly adopted market economy straining against a political structure borrowed from Stalin's Russia. Whether the PRC will be able to continue stradding the widening divide between its economic system and its anachronistic political system is the most crucial question( [57] ).

El gran plan de la modernización china se presenta como un proceso abierto sin destino prefijado ni, menos aún, prefijable. Pero una de sus características es la semejanza con el período de Selfstrengthening de la segunda mitad del siglo XIX. Entonces, algunos pensaban que la tarea era la de introducir tecnologías extranjeras (para desarrollar la economía y reforzar la defensa) mientras necesitaban  conservarse los valores (confucianos) tradicionales de la identidad china. En fin, modernización significaba para algunos: un cuerpo occidental y un alma china. La línea que ha terminado de imponerse después de 1989 parecería ser similar: transformación y apertura económica bajo control central del PCC.

Concentrémonos por el momento en la política, para concluir, más adelante, con los aspectos económicos y sociales de esta transición puesta en movimiento a fines de 1978. Desde comienzos, es evidente para Deng que además de los retardos tecnológicos, de productividad y de bienestar, China tiene en su propio corazón uno de sus principales problemas: la administración pública y su escasa calidad. Leamos lo que dice a mediados de 1980:

Bueraucracy remains a major and widespread problem in the political life of our party and state. Its harmful manifestations include the following: standing high above the masses; abusing power; divorcing oneself from reality and the masses; spending a lot of time and effort tu put an impressive front; indulging in empty talk; sticking to a rigid way of thinking; being hidebound by convention; overstaffing andinistrative organs; being dilatory, inefficient and irresponsible; failing to keep one's word; circulating documents endlessly without solving problems; shifting responsibility to others; and even assuming the airs of a mandarine, reprimanding other people at every turn, vindicatively attacking others, suppressing democracy, deceiving superiors and subordinates, being arbitrary and despotic, practising favoritism, offering bribes, participating in corrupt practices in violation of the law, an so on. Such things have reached intolerable dimensions both in our domestic affairs and in our contact with other countries( [58] ).

Deng debe haber tenido modo de registrar como ese despiadado escenario burocrático de 1980, en los años siguientes asumiría nuevas formas y, sobre todo, mayores extensiones con una clara acentuación de sus rasgos de corrupción. Parafraseando la política de Deng de "Un país, dos sistemas" (ideada para reincorporar Hong Kong a la madrepatria en 1997),los chinos de hoy hablan de "Una familia, dos sistemas" refiriéndose al padre bien ubicado en las jerarquías del partido y el hijo que aprovecha para ubicarse en grandes empresas que necesitan padrinos. Pero sigamos permitiendo a Deng explicar a sí mismo:

We shall try to fully arouse the initiative of the people in order to accomplish the four modernizations, but we have a precondition, that is, we need to create a political situation characterized by social stability and unity (1979).

For a fairly long period of time since the founding of the People's Republic, we have been isolated from the rest of the world. For may years this isolation was not attributable to us...However, in the 1960s when opportunities to increase contact and cooperation with other countries presented to us, we isolated ourselves. At last, we have learned to make use of favourable international conditions (1979).

It is wrong to maintain that a market economy exists only in capitalist society and that there is only 'capitalist' market economy...we are also introducing a market economy. But it is a socialist market economy (1979).

The masses should be encouraged to offer criticisms... One thing a revolutionary party does need to worry about is its inability to hear the voice of the people. The thing to be feared most is silence (1978).

Revolution means carrying out class struggle, but it does not merely mean that. The development of the productive forces is also a kind of revolution - a very important one. It is the most fundamental revolution from the viewpoint of historical development (1980).

Si no contamos aún con las condiciones necesarias para que se enriquezca todo el país, podemos dejar que se enriquezcan primero algunos lugares. Es inadmisible el igualitarismo (1984)( [59] ).

Aunque esta colección de citas tenga un vago tono confuciano, constituye un reflejo de las ideas que inspiran la primera fase de las reformas. Hagamos algunos rápidos comentarios siguiendo la misma secuencia de las citas. La centralidad del partido es indiscutible y es el ancla de la estabilidad; pero, al mismo tiempo, también Deng lanza su campaña de las Cien flores (como Mao en 1956) que, como la primera, terminará trágicamente, con una matanza ritual de estudiantes en el corazón político de China, la plaza Tienanmen, en 1989. Ha cambiado radicalmente el acento: si con Mao la clave era la pureza ideológica en la conducción de la lucha de clases, ahora la clave es el pragmatismo capaz de mejorar las condiciones de vida de la gente multiplicando el crecimiento económico. Y, para concluir, la aceptación de la desigualdad como costo para sacar el país de su, ciertamente no dorado, aislamiento. Un pragmático-autoritario que ha entendido algo fundamental: después de las turbulencias que concluyen con la Revolución Cultural, el patrimonio de prestigio del partido se ha cuarteado; reconstruir su autoridad social pasa por el impulso al bienestar. Ya no se puede pedir a la población una nueva adhesión entusiasta a una corriente política contraria a la anterior: el tiempo de los entusiasmos colectivos se ha agotado.

Este, en extrema síntesis, el patrimonio de ideas centrales que guían, de alguna manera,la primera fase de la transición. Pero hay dos fechas en que se manifiestan claramente los límites del cambio político tolerable: 1987 y 1989. En la primera cae Hu Yaobang, en la segunda, Zhao Ziyang: las dos principales figuras reformadoras. Pero, antes de las fechas mencionadas, sobre las que regresaremos en un momento, hay indicaciones previas de que "alentar la crítica" y "temer al silencio" eran más formas discursivas que intenciones serias. En 1978-79, los guardias rojos de la Revolución Cultural, una vez desmovilizados, se revelan un factor de democracia y de nuevas demandas de pluralismo, de libertad de crítica y de organización independiente. El movimiento del Muro de la democracia, entre fines de 1978 y comienzo de 1979, que demanda la quinta modernización, o sea la democracia, es rápidamente reprimido y su líder (Wei Jingsheng) hará 16 años de cárcel( [60] ). En 1983, el director del Cotidiano del Pueblo y su vice (ambos del círculo de Hu)  son despedidos por abrir las páginas del órgano del partido a críticas e investigaciones que molestan al nuevo grupo dirigente. No obstante estos contragolpes, Hu mantiene cerca de sí su amplia red de intelectuales descontentos que demandan, sobre todo desde dentro del partido, mayor libertad de expresión y menor adhesión compulsiva al canon oficial, cualquiera que sea.    

Hasta llegar a 1986 cuando se reenciende la crítica al partido por su lentitud en el avance de las reformas políticas. El núcleo de la protesta está, otra vez, en las universidades y la ocasión proviene de una serie de conferencias del astrofísico Fang Lizhi que realiza una serie de conferencia en las cuales sostiene tres ideas fundamentales: la antigua tradición confuciana ha limitado el desarrollo de la ciencia; sin democracia y libertad de crítica el avance de la ciencia es inconcebible; los derechos individuales son inalienables y sobre todo los estudiantes tienen la obligación de defenderlos. Sus conferencias están atiborradas de estudiantes e intelectuales y sus textos reproducidos y distribuidos en miles de copias( [61] ). 

Las manifestaciones comienzan a tomar valor en varias partes del país y Deng Xiaoping (que no tiene cargos oficiales salvo el de presidente de la estratégica Comisión Militar Central) ordena a Hu Yaobang (Secretario general de partido) reprimir el movimiento. Hu se rehusa y, poco después, a comienzo de 1987, pierde su cargo y su condición informal de heredero a un poder, ahora, casi-absoluto. Los intelectuales han perdido su protector. La Banda de los viejos, ha ganado su primera batalla: se ha liberado de una figura incómoda. Deng nombra el nuevo secretario general del partido (y nuevo heredero designado), Zhao Ziyang que, respecto a Hu, tiene un perfil más tecnocrático que humanista, más económico que político. Hu mantiene su cargo en el Comité Central, mostrando que las purgas siguen siendo la forma para dirimir conflictos en el gobierno real del país, pero, en algunos casos, han dejado de ser mortales. Además, ahora, la mirada del mundo (en especial, la de los inversionistas) se ha hecho más atenta.

Detengámonos un momento en el personaje. Hu Yaobang (1915-1989) se junta al Ejército Rojo desde niño; es acusado de pertenecer a un grupo antibolchevique y se libra por azar de ser fusilado. Participa a la Larga Marcha bajo las órdenes de Deng. Después de las purgas sufridas en 1957 y durante la Revolución Cultural, mientras va escalando el poder junto con Deng, Hu se preocupa de rehabilitar intelectuales y artistas objeto de ataques y castigos injustos en el pasado. Hacia él convergen solicitudes para corregir injusticias en varias partes del país.

His desire to know what was really happening led to constant inspection trips. By the time he was austed in 1987, he had visited more than 1,600 of China 2,000 counties( [62] ).

Hu muere por un infarto el 15 de abril de 1989. Y como el Cid campeador, gana (o pierde) batallas incluso después de muerto. Dos días después, provenientes de los campus de varias universidades de Pekín, miles de estudiantes convergen hacia la plaza Tienanmen. Los jóvenes lanzan consignas contra la burocracia y a favor de Hu, purgado dos años antes de su muerte. Comienza el movimiento que terminará en la madrugada del 4 de junio con la matanza de estudiantes en la plaza y de ciudadanos solidarios con ellos en las calles aledañas. La lectura de Deng es sencilla: es una conspiración y debe ser reprimida. Así dice el editorial del Cotidiano del pueblo del 26 de abril.

Los jóvenes se instalan en la plaza y en las semanas que siguen son millones los estudiantes y los ciudadanos de Pekín que ahí se concentran, se reúnen, debaten o simplemente llevan su simpatía y solidaridad. No haremos aquí la crónica de los acontecimientos entre el 17 de abril y el 4 de junio. Limitémonos a señalar el creciente conflicto en el seno del partido que lleva Zhao Ziyang a visitar, el 19 de mayo, a los estudiantes en la plaza reconociendo ahí la inutilidad de sus esfuerzos para evitar la represión. Dos semanas después el Ejercito Popular entra en la plaza y pocas horas más tarde quedan en el suelo entre mil y tres mil estudiantes y ciudadanos muertos. Zhao Ziyang, que ha hecho público su rechazo de la represión ordenada por Deng, pierde su cargo de Secretario general el 23 de junio y es reducido a los arrestos domiciliarios, condición en la que morirá en enero de 2005.        

Los efectos de la matanza sobre el futuro del país son varios: las grandes movilizaciones de protesta han terminado, la relación entre Deng y las fuerzas más progresistas del país se rompe definitivamente y se instaura en China, desde los años 90, un ambiente de libertad vigilada que deja mayor espacio de expresión en la cultura y en la ciencia a una sola, clarísima, condición: el terreno de la política está vedado. El régimen no está dispuesto a recorrer ningún camino a la conclusión del cual pueda haber un debilitamiento de la centralidad del PCC.

Finalmente Deng encuentra en Jiang Zemin (que era Secretario del partido en Shangai) el nuevo líder, nombrado en junio de 1989 Secretario general del partido, que garantiza haber entendido claramente que liberalización económica y política son cosas distintas que van mantenidas separadas. Desde 1989 al inicio del nuevo siglo es actualidad. Los trece años de Jiang Zemin, reducidos al hueso, son años en que la presencia activa de los intelectuales en la vida política y social se apaga, China sigue su marcha de integración al mercado mundial (y en 2001 entra en la OMC) con elevadas tasas de crecimiento, el proceso de aligeramiento de las empresas del estado se controla por los riesgos políticos de un elevado desempleo y la agricultura entra en una crisis prolongada, que se aligera gracias a la migración hacia la costa. Aun así, en los años 90 la extrema pobreza rural se reduce de 280 a 80 millones. Dicho de otra manera: el 75 por ciento de la reducción mundial de la extrema pobreza ocurre en China. No obstante una variedad de achaques, la economía sigue avanzando a ritmos muy elevados. Lo que tiende a crear una situación similar a la del conjunto de los países de Asia oriental: el crecimiento como principal fuente de legitimación social.      

Siguiendo en la política de rejuvenecimiento del grupo dirigente y de encumbramiento de técnicos capacitados ahí donde antes gobernaban los políticos, Hu Jintao (1942) (el actual Secretario general del partido, Presidente de la república y jefe de la Comisión militar central) es "descubierto", mientras trabajaba en la provincia de Gansu como ingeniero hidroeléctrico. Antes es enviado a la escuela de partido en Pekín y posteriormente se le asignan los cargos de secretario provincial del partido en Guishou y en Tibet. Casi una creación "in vitro" del futuro líder. En las provincias, según los Tienanmen papers, cumple sin vergüenza ni gloria, como un funcionario disciplinado pero sin grandes iniciativas propias. En 1992 es nombrado en el máximo órgano de gobierno del país, el Comité permanente del Polituburó del partido, donde será un fiel aliado de Jiang hasta su retiro en 2002, cuando asumirá sus cargos.

Las voces más independientes y con cierta proclividad a secundar una progresiva expansión de libertades en el país -el primer ministro Zhu Rongji y Li Ruihuan- son progresivamente marginados y tempranamente pensionados( [63] ). Zhu y Li, las dos principales figuras reformadoras de los 90, ambos cordialmente detestados por Jiang Zemin, finalmente no entran en el nuevo Comité permanente del Politburó (2002-2007) y dejan el escenario político con el retiro de Jiang. Mencionemos al margen un par de característica de los nueve nuevos miembros del Comité Permanente del Politiburó: respecto al anterior la edad media ha bajado de 70 a 60 años y todos ellos son ingenieros.     

A comienzos del siglo XXI, la situación política no ha cambiado respecto a fines de los años 80. El mismo problema queda, hasta ahora, sin respuesta: ¿es consistente en el largo plazo una situación de partido único con una economía cada vez más abierta y la creciente independencia económica de los individuos frente al estado? La respuesta abstracta es, naturalmente, no. Sin embargo, frente al número tan alto de combinaciones posibles destinadas a abrir o a cerrar perspectivas, cualquier observador serio tendrá la cautela de no hacer predicciones sobre el futuro político de China. Lo que puede decirse es que otros universos chinos o semi-chinos, como Hong Kong, Taiwan o Singapur (75 por ciento de la población de origen chino), parecerían indicar un camino que va del despotismo asiático-modernizador hacia una creciente apertura de espacios democráticos (con la parcial excepción de Singapur). Si, pasando por el desierto político de Chiang Kai-shek, Taiwán encontró un propio camino a la democracia, ¿qué impide que una experiencia similar, y sin graves turbulencias intermedias, ocurra en China? ¿Quién puede saberlo? La escala es ciertamente otra: una población 56  veces superior en la República Popular respecto a Taiwán, mayores desajustes estructurales entre una población rural que necesita bajar sin que se creen áreas permanentes de desempleo, etc., etc.    

Dai Qing, famosa periodista china (que carga a los estudiantes de Tienanmen la responsabilidad de haber silurado el camino modernizador de Zhao Ziyang), piensa que, frente a los peligros del caos, el camino más viable será el de una mayor libertad de palabra y asociación mezclada con un autoritarismo benevolente( [64] ). La historia china es demasiado antigua para que la democracia pueda tener aquí un amarre inmediato. Otro observador piensa en la viabilidad que, dado su control sobre el mundo rural, el PCC se convierta en una especie de PRI mexicano en versión china( [65] ). Así que Singapur y México parecerían proponerse como posibles imágenes del futuro chino. Y, por razones diferentes, ninguna de las dos perspectivas parece venturosa.

Lo cierto es que se ha puesto en movimiento un proceso en que la liberalización económica, queriéndolo o no, activa cambios en comportamientos y exigencias de las personas. Un enriquecimiento progresivo de complejidad que va junto con una menor capacidad predictiva. También parece confiablemente cierto que ninguna dirigencia china podría envolver lo desplegado en las últimas dos décadas y conducir al retorno hacia una economía cerrada y una sociedad uniforme y coesionada alrededor de una ideología dominante. A partir de 1978, China está condenada a buscar sus factores de estabilidad más en el futuro que en el pasado y sus inercias.

Pero, dejemos la política a nuestras espaldas e intentemos describir los rasgos sobresalientes de esta maquinaria de desarrollo que, puesta en movimiento, soluciona tantos problemas cuantos nuevos crea.  La liberalización iniciada en 1978 es un embudo que abre a espacios más amplios, a la necesidad de nuevas reformas, y así sucesivamente en una sociedad que cambia su fisiología económica, sus demandas, sus valores y comportamientos. Es la aparición del capitalismo (más allá de la formula tranquilizadora del socialismo de mercado, esencial para evitar rupturas ideológicas con el pasado) como condición ineludible para el desarrollo en las condiciones históricas existentes. Un espíritu bukhariniano de tiempos de la NEP( [66] ) recorre China desde comienzo de los 80. Enriquecerse se vuelve "glorioso", es el nuevo impulso reconocido para desarrollar fuerzas productivas y posibilidades de bienestar. Un cambio radical de baricentro: de lo colectivo-ideológico a lo privado-material. 

El camino de las reformas comienza con las primeras experimentaciones de un programa de cambio rural que para 1984 se extiende a todo el país. Es el tránsito de la Comuna Popular a un sistema de "responsabilidad familiar" que asigna la tierra en forma privada (con contratos de hasta 50 años) y deja espacios crecientes de producción que el campesino puede vender en el mercado. Sabiamente, como en la restauración Meiji, el primer acto es la reforma agraria. El aumento de los precios pagados por el estado a los productores alienta una corriente inicial de mejoras importantes en las condiciones de vida del mundo rural. Las cosas cambiarán después, desde fines de los 80, cuando prevalece en el gobierno una especie de síndrome latinoamericano: subsidiar los consumos urbanos vía contracción de los precios reales de los productos agrícolas.

Exportaciones e importaciones comienzan a ser estimuladas con el desmantelamiento del sistema previo de regulaciones. Y mientras se asignan mayores grados de autonomía gestional a las empresas del estado, desde 1980 comienza la experiencia de las Zonas económicas especiales, donde se autorizan empresas foráneas a producir, en condiciones fiscales privilegiadas,inicialmente para los mercados internacionales. Limitación abolida posteriormente. Se trata de atraer capitales foráneos, capacitar mano de obra, difundir nuevas tecnologías, crear empleos y estimular las exportaciones. En 1980 se abren cuatro Zonas económicas especiales, todavía en la lógica de enclave-laboratorio mantenido bajo observación (y es inevitable volver con la memoria al "sistema de Cantón" de dos siglos antes). Una década y media después, son casi 10 mil.

Desde el inicio de los 80 los complejos sistemas de regulación de los precios son progresivamente desmantelados dejando más espacio al mercado. En 1978 el estado fijaba el precio del 97 por ciento de los bienes de consumo al detalle, una década y media después quedaba ya sólo el 5 por ciento de estos precios bajo control público.Se experimentan mecanismos de co-participación en los ingresos fiscales entre gobierno central y provincias que, en algunos casos llegan a fijar previamente el monto de los fondos entregados al gobierno central, con la posibilidad que la provincia (o la gran ciudad) se quede con los ingresos fiscales recolectados en exceso debido al mayor crecimiento previsto. Un mecanismo que estimula las autoridades locales a convertirse en promotores de nuevas actividades económicas. En 1992 se autoriza el funcionamiento de las Bolsas de valores antes en Shangai y después en Shenzhen, asiento de la primera Zona económica especial, justo frente a Hong Kong, en la provincia de Guangdong. Exactamente el mismo lugar donde a comienzos del siglo XIX se había inaugurado el sistema de Cantón. En 2001 China entra a la Organización Mundial del Comercio, lo que impone ciertamente vínculos a la economía, pero, por otra parte, da a las autoridades una coartada exterior para reformas que (sobre todos por sus efectos sobre el sistema de las empresas públicas) podrían encontrar una oposición en el propio seno del partido. Un largo camino de cambios salpicado de reformas fiscales, el IVA y la definición de un nuevo sistema legal alrededor de temas tan delicados como las quiebras o las normas de los mercados de seguros. El camino de las reformas abre espacios a la iniciativa de individuos, grupos, autoridades locales y activa una multiplicidad de acciones que mientras contribuyen a sanar viejas heridas, crean nuevas en un cuerpo social recorrido por tantos vientos cruzados. Por otra parte,no sería fácil imaginar una economía que crece a ritmos muy elevados por una generación sin dejar surcos profundos, nuevas tensiones sociales y nuevos  desequilibrios económicos.  

El poder de las energías liberadas desde fines de los setenta está sobradamente ilustrado por los datos económicos. Hagamos un rápido recorrido entre los números. El PIB pc capita se multiplica por siete veces entre 1978 y 2003. No hay antecedentes en la historia económica mundial de países de medianas dimensiones que hayan obtenido resultados comparables en apenas poco más de dos décadas. En fin, una economía que viaja a una velocidad media entre 9 y 10 por ciento y con inversiones superiores a 40 por ciento del PIB. El esquema asiático se confirma aquí también: exportaciones manufactures de bajo contenido tecnológico y alto contenido de mano de obra barata (al margen: el costo del trabajo en China es actualmente cuatro veces inferior al de México) y progresiva activación de procesos de creciente sofisticación tecnológica tanto en la producción nacional como en la producción exportada.

A comienzos del siglo XXI, cerca de la mitad de las exportaciones chinas provienen de empresas extranjeras instaladas en su territorio. En 1980, exportaciones e importaciones constituían conjuntamente el 15 por ciento del PIB, en la actualidad representan dos terceras parte. En 1992 las exportaciones de alta tecnología apenas llegaban al 6 por ciento del total de las exportaciones chinas de manufacturas, actualmente representan el 30 por ciento. Añadamos dos elementos más: 1. China gradúa anualmente más de 300 mil ingenieros, 2. La formación bruta de capital pasa de 35 por ciento del PIB (un valor ya considerablemente elevado) a 44 un cuarto de siglo después( [67] ). Lo que no deja misterios sobre las elevadísimas tasas de crecimiento de las últimas décadas. 

Estos datos de crecimiento asociados con la mayor permeabilidad de la economía china a los flujos mundiales de bienes, capitales y servicios tiene naturalmente su lado oscuro, sus tareas sólo parcialmente cumplidas y sus retos sin garantías de éxito. Una de las consecuencias indeseadas ha sido (y sigue siendo) la creciente polarización del ingreso, que tiene varios aspectos, como la creciente divaricación entre los ingresos urbanos y rurales y la mayor distancia entre los ingresos medio en las provincias costeras respecto a las provincias del interior. Entre 1978 y 2001 la agricultura registra un crecimiento medio anual algo inferior a 5 por ciento, mientras las actividades industriales crecen a un ritmo superior a 11 por ciento. Pero, en realidad, el problema no es sólo el del diferencial de crecimiento intersectorial, ya que si miramos la diferencia de ingreso medio entre los campesinos de las provincias orientales (con disponibilidad de agua y cercanía a los mercados) y de las provincias occidentales, registramos que en 1978 la distancia era de un 20 por ciento a favor de las primeras, a comienzos del nuevo siglo toca el 100 por ciento, el doble( [68] ).

Por otra parte, la mayor penetración de la corrupción en el cuerpo social, el desempleo y la delincuencia y el evidente debilitamiento de un tejido ético confuciano-comunista, son otras tantas formas del malestar asociadas al crecimiento. Hagamos algunas rápidas observaciones sobre dos grandes reservas de este malestar: el universo rural (en que viven más de 800 millones de personas) y el nuevo universo urbano poblado de inmigrantes rurales semi-legales.

La agricultura tuvo un buen inicio asociado con dos importantes experiencias: el sistema de contratos familiares que otorga a los campesinos una autonomía sin precedentes al mismo tiempo en que el estado desarrolla una política de precios que estimula la producción agrícola. La otra experiencia es la de las empresas de aldea que retienen en el espacio rural la población sobrante de la agricultura. En la actualidad en las empresas de aldea (a menudos empresas mixtas entre autoridades locales y particulares, nacionales o extranjeros) trabajan más de 100 millones de personas que, sin esta clase de empleo, podrían haberse convertido en una gigantesca masa de tensiones económicas y sociales. Sin embargo, después de estos buenos inicios, la política pública, como hemos dicho, se orientó a contener los precios de los alimentos en un contexto de rápida urbanización. Recordemos al margen que en la actualidad son más de 200 las ciudades chinas con una población superior a un millón.  

En la agricultura, desde el inicio de los años 90 comienzan a manifestarse señas de fatiga asociados a profundos problemas estructurales y los avances en la ulterior reducción de la pobreza se debilitan. El índice de la producción bruta de las actividades primarias (agricultura, cría de animales y pesca) pasa de 100 a 108 entre 1977 y 1990 para estabilizarse alrededor de 104 entre 1999 y 2003( [69] ). La combinación de escasa disponibilidad de buena tierra para uso agrícola y la gigantesca presión demográfica (recordemos que en el mundo rural la norma del hijo único establecida en 1979 no se aplica; las familias del campo pueden tener dos hijos y normalmente tienen más) producen una realidad en la que la extensión media de tierra por cabeza es de poco más de mil metros cuadrados (1/10 de hectárea). Y obviamente, con esta dotación media de tierra no es fácil imaginar importantes aumentos de la producción, más allá de los éxitos iniciales de las reformas. 70 por ciento de la población china vive en el campo (49 por ciento de la población económicamente activa), sin embargo, de la agricultura apenas proviene el 15 por ciento del PIB. Los márgenes son estrechos para mejoras de largo plazo en el bienestar de la gente del campo. En la actualidad ese 70 por ciento de la población apenas contribuye al 40 por ciento del consumo de bienes durables y al 20 por ciento del ahorro nacional.

Pero los problemas no se limitan al desequilibrio sectorial entre población y recursos. Hemos mencionado como la política de mantener bajos los precios agrícolas haya favorecido la población urbana contra la población rural. A lo cual hay que añadir por lo menos otros tres aspectos: el hambre de ingresos fiscales de parte de autoridades locales que no desaprovechan ocasión para cargar sobre los productores agrícolas toda forma de impuestos y derechos( [70] ); los altos precios de los insumos para la agricultura que provienen de empresas del estado a las cuales, para evitar su quiebra, se les autorizan precios excesivos respecto a los posibles precios de mercado, y la escasez de crédito rural por parte de grandes bancos oficiales dedicados a mantener a flote un sistema de empresas públicas generalmente de baja eficiencia pero alta absorción de mano de obra( [71] ). Moraleja: una hemorragia de recursos desde la agricultura hacia las ciudades y hacia empresas del estado poco eficientes y productoras de bienes a altos costos.

Además de nuevos estímulos a la agricultura (para evitar flujos migratorios excesivos y ampliar las fronteras del mercado interno) es evidente que el número de empleados en las actividades primarias necesita disminuir. Pero, considerando que en la actualidad, laboran ahí 365 millones de individuos, se tendrá una idea del tamaño del reto en un contexto en que también las empresas públicas están destinadas a reducir su empleo. Con el riesgo de asistir a un incremento fuera de control del desempleo. 

Pasemos a las condiciones urbanas de trabajo sobre todo en referencia a los trabajadores migrantes del campo a las ciudades, una cifra que gira alrededor de 100 millones en las últimas dos décadas. Si Esparta llora, Atenas no ríe. 

Comencemos con decir que virtualmente todos los migrantes cargan sobre sus espaldas los compromisos familiares que supondrán remesas para que un hermano pueda seguir estudiando, para hacer frente a deudas familiares y mil otras razones. Si el campo, sobre todo en las provincias occidentales, no se ha vuelto un polvorín una de las razones está justamente en las remesas provenientes de esas hijas e hijos, hermanos y cuñadas que se han aventurado, con una gran dosis de valor (y desesperación), al desconocido mundo urbano. Contemos una historia que nos ahorrará muchas palabras. En 1993 un incendio destruye una fábrica de juguetes de Hong Kong en Shenzhen; las salidas de emergencia estaban (ilegalmente) selladas y todas las normas de seguridad se habían violado. Las trabajadoras, todas ellas, 87, murieron sin la menor posibilidad de huida. Se recogieron 69 cartas escritas y aún no enviadas a sus familias por las jóvenes fallecidas. He aquí el cuadro que sale de la descripción de sus condiciones de trabajo( [72] ). Muy pocas de ellas alcanzaban el salario mínimo oficialmente establecido en la zona y, además, las retribuciones eran recibidas con suma irregularidad. Una trabajadora escribe a su familia:

Here the work hours are like this: 7.30 to 11.30 Am, 1.30 to 5.30 Pm, 6.30 to 10.30 at night. Sometimes we also have to do overtime work.

En 1994 la mitad de las fábricas de Shenzhen se consideraban potencialmente dañinas a la salud por el uso de sustancias tóxicas asociadas a la producción de juguetes, zapatos, etc. En Guangdong, como en otras partes, las fábricas dan a los jóvenes alojamiento (normalmente de pésima calidad) y alimentación. Sin embargo, en las cartas mencionadas, las trabajadoras no se quejan de sus condiciones de vida, lo que más les preocupa es la irregularidad con que son pagados sus salarios, lo que les impide enviar dinero a casa. Otro elemento es la falta de solidaridad entre ellas: en las cartas ni una sola referencia a alguna colega de trabajo. Pero eso, en realidad, no es lo peor. Lo peor es perder el trabajo y ser obligados a regresar a la aldea, porque los trabajadores sin ocupación no tienen permiso de residencia. Y regresar sin dinero sería una humillación frente a parientes y amigos. 

Since most migrants cannot obtain permanent jobs and urban housing, they can easily become jobless and homeless, their temporary living quarters usually being provided by their employers. As a result, migrant workers share a strong sense of fear, temporality, and insecurity from the moment they leave their native place for the city( [73] ).

He aquí un caso relatado por la famosa economista china, ahora residente en Estados Unidos, He Qinglian:

In December 1998, I dealt with one death that happened in a Four Seas Clothes Factory in Shenzhen involving a worker called Xu Zhangshui, who was originally from Jiangxi province. It was during the peak production season when it ocurred, and for a number of days the workers in the factory had been working extra shifts nonstop. The twenty-or-so-years old Xu Zhangshui worked for 48 hours without a break, and never woke up after he went back to lie down in his dormitory. He had blood coming out of his nose, mouth and eyes when he was discovered. When I asked the factory workers why didn't anybody raise any question about it because it was illegal to force workers to do so many nonstop shifts, the workers told me they wouldn't dare, because they were afraid of losing their jobs. But the factory owner said to me: 'Even I am surprised myself. My factory indeed has poor benefits, long hours and low wages, and I have often told to the workers that if they don't like it here they can leave. But the funny thing is there are still lot of people fighting to work here'( [74] ).

Conclusiones

Canetti se pregunta, ¿acaso puede saberse lo que pasará si las cosas no cambian?( [75] ) En 1898 se optó para que las cosas no cambiaran y en las décadas siguientes la fragilidad interna hizo posible la invasión japonesa y una larga guerra civil. Desde 1978 se optó por el cambio y, sin embargo, su principal promotor revela en la marcha una creciente dificultad para controlar las energías que ha puesto en movimiento. Suponiendo, y es mucho suponer, que la idea de wu wei cumpliera su cometido (facilitar la re-construcción del orden cósmico y terrenal) en el pasado, ciertamente no funcionó en 1898, cuando ni conservó la vieja China ni puso los cimientos de una nueva. Pero, lo contrario (como esta modernización inducida centralmente desde 1978) no carga en su seno el éxito, la garantía de conformidad entre proyectos y realizaciones.

Lo importante es que ha ocurrido un salto entre dos universos. La Revolución Cultural de un pasado súbitamente lejano y la turbulenta (por otras razones) China de este inicio de siglo XXI, en que, por cierto, aquel pasado (junto con otros) subsiste en otras formas. Personas reales han transitado en sus vidas entre estos diferentes universos y en sus existencias se cumple la ruptura entre una sociedad que ponía en el centro la entrega ideológica al bien común y otra, en cuyo centro está el dinero. Escuchemos una de estas voces.

We are lost in the present(...)Our generation no longer has much of a role to play. We're actors and actress in outmoded costumes, standing around, looking out of place and slightly ridiculous... Our sense of loss came not in the 1970s but in the 1990s...new China is about selfinterest and the personal struggle for survive. As our society gets colder and crueler we'll just get older and less sure of ourselves...But, during the Cultural Revolution, nearly all the nation´s youth willingly joined Red Guard organizations. We wanted to serve (but) the future we hoped to build never came...Once we were told socialism would save China. Today we're expected to believe that the market economy will solve all our problems. Probably the only thing that will hold us together is nationalism( [76] ).

Es la confesión de una derrota, pero, de alguna manera, la reivindicación de una edad no tan condicionada por el dinero y su poder para crear y descomponer. Una generación que creía anunciar el futuro descubre, con la incomodidad consiguiente, haber encarnado el último sobresalto de una China que quería aislarse del mundo, y combatir el capitalismo a golpes de buenas intenciones y una sana distancia. La Revolución Cultural, que se creía anuncio de lo nuevo en la historia, en cierto sentido expresa la última vestidura de una antigua resistencia civilizatoria a reconocer el mundo más allá del Imperio del Medio (y su nueva reencarnación ideológica).

Una antigua guardia roja, cuyo fervor revolucionario la había llevado a duros trabajos de campo en Heilongjiang, inhóspita región del norte manchuriano, registra ahora:

Communist education always taught us to put others before ourselves. That kind of morality wasn't so different from traditional Chinese morality. I always subordinated myself to my husband. I'm a typical traditional Chinese woman( [77] ).

Otro representante de la misma generación, que creía poder tomar el cielo por asalto, o sea, prescindir del capitalismo, registra el mismo problema: la dificultad de que lo nuevo lo sea de veras.

When someone died, people used to say: 'He's gone to see Marx'. Karl Marx from the Rhineland became one of the family ancestors ( [78] ).

Pero una vez cumplido el salto, la nueva China, mientras por una parte acelera la modernización del país y saca de la miseria extrema, según el Banco Mundial, algo así como 400 millones de personas, por otra parte, revela efectos menos faustos: de la devastación ambiental a la corrupción que se extiende del partido a todo el tejido social, de la polarización de los ingresos entre campo y ciudad a la pérdida de servicios sociales, etc. El capitalismo ha cumplido su tarea: multiplicar la capacidad productiva y crear en la sociedad segmentaciones anteriormente inexistentes.    

Por otra parte una clase media urbana se está formando aceleradamente, un cuerpo plural cada vez menos dependiente del estado por sus ingresos y cada vez más inserto en amplias redes (cuando no globales) de comunicación. En medio de una demanda mayor y más variada, los medios se han vuelto más plurales y a veces son los mismos periódicos locales del partido que, para mantener algún contacto con los lectores, denuncian casos de corrupción, malversación de fondos,  ineficiencia, etc.( [79] ). No obstante las restricciones políticas al cambio, ha ocurrido un verdadero salto entre pasado y presente: una inversión de fuerzas dominantes. Si antes, estas fuerzas iban del estado hacia la sociedad, ahora, en buena medida, el sentido se está invirtiendo. Aun después de ese acto de poderío del estado sobre la sociedad, que fue la matanza de estudiantes de 1989, el proceso de diferenciación interna de la sociedad china ha seguido, activando de mil formas una mayor presión social sobre las instituciones.

La acción de las autoridades surgidas del XVI Politburó (2002), parece tener plena conciencia de los nuevos riesgos de la actividad de gobierno en una situación en que el sistema bancario está sobrecargado de créditos inexigibles, con riesgos de un aumento descontrolado del desempleo asociado a mayores flujos migratorios internos, una crisis agraria en varias partes del país, para no mencionar los retos que pueden agigantarse a las fronteras, con los riesgos autonomistas y fundamentalistas en el Xinjiang de mayoría musulmana, las tensiones en el Tibet y las relaciones inciertas con Taiwán, desde el 2000 gobernada, por primera vez, por un partido (independentista) distinto del KMT. Para buscar una salida al problema de Taiwán (esencial para seguir contando con recursos "externos" para financiar el crecimiento chino), algunos, sin salir del espacio de lo razonable, piensan en un posible futuro federalista que podría acercar Taiwán y dar la posibilidad a Xinjiang y Tibet de autogobernarse sin perder los vínculos con Pekín( [80] ). 

En los últimos años China ha recorrido un largo camino otorgando mayor autonomía a provincias y condados, lo que ha evitado que un centralismo excesivo acentuara tensiones locales con varias posibilidades de irradiación. Decentralizándose, la estructura del estado se ha fortalecido incrementando la capacidad de respuesta local a problemas locales. Y si añadimos a eso el menor grado de carisma y de autonomía decisoria de los máximos dirigentes del partido y el reforzamiento de una burocracia más profesionalmente capacitada, es evidente que, no obstante los retardos, el estado ha reaccionado a la mayor complejidad de la economía y la sociedad con un salto hacia delante en la capacidad profesional de sus estructuras.

Sin embargo, la corrupción sigue estando al orden del día como una de las peores amenazas. No sólo y no tanto por el alto costo que impone al funcionamiento de una economía que necesita todos sus recursos para ofrecer empleos a una agricultura con un gigantesco sobrante de mano de obra y a trabajadores de empresas estatales destinados a perder su empleo en las áreas de menor productividad. El otro problema asociado a la corrupción es el de la progresiva, silenciosa, deslegitimación social del partido. Tal vez sin mucha exageración, la opinión corriente es que los cuadros más corruptos del pasado lo eran incomparablemente menos respecto al promedio actual. E igualmente difundida es la opinión de que la crisis de las empresas estatales se deba a sus dirigentes de escasa moralidad y a sus redes de clientelas igualmente corruptas. Lo que, siendo una burda simplificación, no deja de ser significativo de un ambiente.    

Mientras la economía crezca y aliente expectativas de mejora, la corrupción juega un papel de deterioro fisiológico de prestigio de las instituciones (y, en primer lugar, del partido comunista), pero en un contexto de menor crecimiento, o de crisis sectoriales más o menos amplias, el tema de la corrupción podría saltar súbitamente al centro del escenario y convertirse en un grave factor de ingobernabilidad. Si en el futuro siguiera siendo cierto que el aumento del bienestar va junto con una disminución de la moral pública, China correría el riesgo de multiplicar las posibilidades de una transición política turbulenta. 

 

Apéndices

 

 

Gobernantes de China

 

 

                      Las dinastías principales

 

Xia, 2000-1700 aC (¿legendaria?)

Shang, 1700-110 aC

Chou, 1100-222 aC

     Chou Occidentales, 1100-771 aC

     Primaveras y Otoños, 770-454 aC

     Estados Combatientes, 453-222 aC

Qin, 221-206 aC

Han Occidentales, 206-9 dC

Han Orientales, 25-220

Tres Reinos, 220-280

Jin, 265-420

Dinastías del Norte y del Sur, 420-581

Sui, 581-618

Tang, 618-907

Cinco Dinastías y Diez Estados, 907-960

Sung, 960-1279

Liao, 907-1125, Jin, 1115-1234

Yuan, 1271-1368

Ming, 1368-1644

Qing, 1644-1911

 

 

         Secretarios Generales del Partido Comunista Chino

 

Mao Zedong, 1945-1976 (Presidente del CC)

 Deng Xiaoping, 1956-1966

Hua Guofeng, 1976-1981 (Presidente del CC)

 Hu Yaobang, 1980-1987

 Zhao Ziyang, 1987-1989

 Jiang Zemin, 1989-2002

 Hu Jintao, 2002-

  

PIB, Agricultura y Población activa

  

Índices de crecimiento (1978-2003)
(a precios constantes)

  PIB PIB per capita Prod. Industrial
1978 100 100 100
2003 940 700 1500

               

Principales productores agrícolas (2003)
(en orden de importancia)

    Shandong, Henan, Hebei, Guangdong, Sichuan, Hunan.

 

Provincias de mayor y menor crecimiento agrícola (1978-2003)

Mayor crecimiento: Hainan, Liaoning, Chongqing, Yunnan, Shaanxi, Sichuan, Hebei, Mongolia int., Xinjiang.

 Menor crecimiento: Anhui, Henan, Jiangsu, Heilongjiang, Jiangxi, Hunan, Guangdong.

 

Empleados por sector
(millones y %)

  Sect. primario Industria Servicios Total
1978 283 (71%) 69 (17%) 49 (12%) 401 (100%)
2003 365 (49%) 161 (22%) 218 (29%) 744 (100%)

Fuente: China Statistical Yearbook, 2004


 

 

Ci Xi

Kang Youwei

Liang Qichao

Li Dazhao

Chen Duxiu

Lu Xun

Hu Shi

“Sistema de Cantón”

(de izquierda a derecha) Peng Dehuai, Zhu De, Feng Xuefen, Xiao Ke y Deng Xiaoping en Shaanxi en 1938

Reforma agraria (1950-52)

Proceso contra un terrateniente

             

 

 

Arriba
Aperturas Chinas
Grúas chinas
Modernidad Insostenible
La obsolescencia sintomática
Entre el desaliento,
Persone, idee, cose d'Italia
La angustia ante la muerte
Las tres puertas
Siete claves
Agricultura: el eslabón perdido
Berlusconi: la riqueza del poder
Siete argumentos (sin una teoría)
Ensayo sobre Democracia,

[1]. Cit. por Yen-P'ing Hao y Erh-Min Wang, Changing Chinese views of Western ralations, 1840-95, en Denis Twitchett, John K.Fairbank, The Cambridge History of China, vol. II (Late Ch'ing, part 2),Cambridge 1980, p.158.

[2]. Denis Twitchett, John K. Fairbank (Eds.), Op.cit., p. xv.

[3]. Wang Gungwu, To Act is to Know; Chinese Dilemmas, Eastern University Press, Londres 2003, p. 204.

[4]. Li Liu, Xingcan Chen, State Formation in Early China, Duckworth, Londres 2003, p. 80.

[5]. V. Joseph Needham, Science and Civilisation in China (Introductory Orientations), vol.1, Cambridge University Press, Cambridge 1954, pp. 74s.

[6]. Grosso modo el antiguo imperio Chou iba de Hebei (la región de Pekín) a Anhui al sur y de Shandong, en el oriente, a Shaanxi, en el occidente. V. Albert M.Craig, The Heritage of Chinese Civilization, Prentice Hall, NJ 2001, p.13 y 32. 

[7]. V. Michael Puett, The Ambivalence of Creation. Debates Concerning Innovation and Artifice in Early China, Stanford University Press, Stanford, CA, 2001, p. 148.

[8]. Descubierto casualmente por los campesinos de una comuna que cavaban un pozo, cerca del pueblo de Siyang, en el sur de Shaanxi, en 1974.

[9]. V. M. Puett, Op.cit., p. 184.

[10]. Francesca Bay, Agriculture, en Joseph Needham, Science and Civilisation in China, vol.6(II), Cambridge University Press, Cambridge 1984, p. 588.

[11]. Wang Gungwu, To Act is to Know, cit., p. 293.

[12]. Albert E. Dien, "Civil Service Examinations", en Scott Pearce, Audrey Spiro, Patricia Ebrey (Eds.), Culture nd Power in the Reconstitution of the Chinese Realm, 200-600, Harvard university Press (MA), 2001, p. 103.

[13]. Ji Xiaolan, Note scritte nello studio Yuewei (a cura di Eddi Bozza), Bollati Boringhieri, Torino 1992, p. 37. Dos palabras sobre el personaje: después de haber superado el mayor grado de los exámenes imperiales en la capital, Ji Xiaolan (1724-1805) será después el máximo responsable de los exámenes imperiales, consejero personal del emperador Qian Long (1736-1796), tutor del futuro emperador Jiaquing y curador de una de la mayores colecciones literarias chinas, que publicó poco menos de 80 mil volúmenes divididos en obras científicas, históricas, filosóficas y de literatura. Introduzione, p. XII.

[14]. Roger T.Ames, "Thinking through Comparisons, Analytical nd Narrative Methods for Cultural Understanding", en Steven Shankman, Stephen W. Durrant (Eds.), Early China/Ancient Greece, State University of New York Press, New York 2002, pp.103, 108.  

[15]. En las Analectas, hay un delicioso episodio que ilustra el conflicto latente entre taoísmo y Confucio: "Changju y Jeni estaban arando junto. Confucio, que pasaba por allí, envió a Zilu a preguntar dónde estaba el vado. Changju preguntó: ¿Quén está en el carruaje? Zilu respondió: Es Confucio. -¿Confucio de Lu?- Él mismo. -Entonces ya sabe dónde está el vado. Zilu preguntó entonces a Jeni, que preguntó a su vez: ¿Quién eres tú? -Soy Zilu. -¿El discípulo de Confucio, de Lu? -Sí. El universo entero es barrido por la misma marea; ¿quién puede invertir su curso? En lugar de seguir a un caballero que va de un señor a otro, ¿no sería mejor seguir a un caballero que haya renunciado al mundo? Mientras tanto continuaron atendiendo su campo. Zilu regresó e informó a Confucio. Éste pareció perdido en sus pensamientos y suspiró: Es imposible asociarse con pájaros y animales salvajes. ¿Con quién seguir en compañía si no con los de mi propia especie? Si el mundo siguiera la Vía, no tendría que reformarlo". Ed. Edaf, Madrid 1998, (18.6).

[16]. Analectas, 2.14 y 7.1.

[17]. Zhuang Zi, Los capítulos interiores, Trotta-Unesco, Madrid 1998, pp. 44, 48 y 131. He aquí uno de los cuentos ejemplares que constituyen la obra de Zhuang Zi: "Súbito y Furia se reunían a veces en el reino de Caos. Súbito y Furia pensaron que cada hombre tiene siete orificios para ver, escuchar, comer y respirar, y para ser gentiles con él que no tenía orificios decidieron hacércelos. Le abrieron un orificio cada día, pero al séptimo Caos murió"(p.142). Intentar mejorar el mundo puede ser un asunto veleidoso que produce efectos contrarios a los deseados, para traducir burda y simplemente.

[18]. Op. cit., p. 110.

[19]. Joseph Needham (Wang Ling), Science and Civilisation In China, vol. 2, History of Scientific Thought, Cambridge at the University Press, 1956, pp. 563-4, 576. 

[20]. Aunque Confucio precise: "Un caballero busca la armonía, pero no el conformismo. Un hombre común busca el conformismo, pero no la armonía", Analectas, 13.23.

[21]. Analectas, 13.4.

[22]. Ji Xiaolan, Op. cit., p. 31.

[23]. A propósito de la escuela neoconfuciana, mencionemos de paso que será asumida  como el adversario mayor (por sus mixturas de budismo, o sea de trascendencia) del jesuita Matteo Ricci, en su frustrado intento de contraponerlo con los textos clasícos, vistos por él como una especie de cristianismo natural. Para Ricci, se trataba de convencer a los chinos que no habían comprendido bien sus propias tradiciones. V.Jacques Gernet, Primeras reacciones chinas al cristianismo, FCE, México 1989, p. 41 (Ed.or.: Gallimard, paris 1982). 

[24]. Como ocurre con los Sung (960-1279), un periodo de gran inestabilidad y, sin embargo, de avances en el bienestar de los campesinos (después de la semi-servidumbre del final de la dinastía Tang), de reforzamiento de la burocracia sobre los terratenientes locales y de cierta apertura de los mercados. 

[25]. Francesca Bray, Op. cit., p. 607.

[26]. Charles Benn, Traditional China, The Tang Dynasty, Greenwood Press, Westport (CT), 2002, p. 34. Una antología Ming de la poesía Tang contenía 50 mil poemas y 2,300 poetas, A. M. Craig, Op.cit., p.68.

[27]. Ray Huang,China a Macro History,An East Gate Book,New York 1997,p.182.

[28]. Lucian Pye, China: "Erratic State,Frustrated Society",Foreign Affairs, vol.69, Otoño 1990, pp.58-9. 

[29]. Escasa estimación que, obviamente, tiene más peso en la teoría que en la práctica. Por otra parte, pocas cosas más distantes que el dinero de la cultura cristiana. Sin embargo...

[30]. Y sin embargo, un autor contemporáneo, comenta: "The most obvious fact of course is that China did not lose her sovereignty, though she suffered some marginal limitation of it", Jack Gray, Rebellions and Revolutions, Oxford University Press, Oxford 2002, p. 123.

[31]. Jonathan D. Spence,God's Chinese Son,W.W.Norton,New York 1996, p. 92s.

[32]. Pamela Kyle C.,The Manchus, Blackwell, Oxford 2002(1997), pp. 163-4.

[33]. A este propósito constituye una lectura de gran interés Jonathan Spence, La traición escrita, Tusquets, Barcelona 2004 (Ed.or.: 2001), que reconstruye documentalmente un episodio del reinato del emperador Yongzheng (1723-1735), durante el cual una casi irrelevante conspiración de parte de algunos letrados provinciales nostálgicos de la dinastía Ming suplantada por los Manchú, convence al emperador a escribir un libro difundido en miles de copias en todo el país en el cual intenta mostrar como la dinastía Qing constituya más una continuidad que una ruptura respecto a los Ming. Una versión del emperador sabio que educa a su pueblo, así como repetirá después Mao con su libro rojo.  

[34]. V. del A., La salida del atraso, FCE, México 1995 (1994), pp.154s

[35]. Hao Chang, "Intellectual change and the reform movement, 1890-8", en D.Twitchett,J.K.Faibank(Eds.),The Cambridge History of China,cit.,p.283

[36]. Paul Cohen, China Unbound, Evolving Perspectives on the Chinese Past, Routledge Curzon, New York 2003, p. 36, cuenta la historia de un joven Sun Yat-sen que, en camino a Pekín para presentar al emperador un memorandum solicitando reformas, se detiene a colsultar Wang Tao para que su petición tenga la forma (inevitablemente esencial en una cultura milenaria) correcta. Wang Tao es la primera generación de chinos cuya vida va de un inicio del siglo XIX en que China podía considerarse un mundo a parte hasta llegar a fines del siglo, cuando el sueño ha desvanecido. Salvo, añadamos, en la cabeza de los boxers, de Ci Xi y de sus allegados.   

[37]. Immanuel C.Y. Hsu, The Rise of Modern China, Oxford University Press, New York 2000 (1970), pp.370 y 372.

[38]. V. Hao Chang, Op.cit., p.300 y  Jack Gray, Op. cit., p.134.

[39]. Immanuel C.Y.Hsu, "Late Ch'ing foreign relations, 1866-1905", en Twitchett, Fairbank, Op.cit., pp.117-8.

[40]. John M. Keynes, The Economic Consequences of the peace, Transaction Publ, New Brunswich 2004 (1920), passim.

[41]. Eso sostiene Mao Zedong en un artículo de 1919 en que las ideas del anarquista ruso son consideradas "más amplias y comprehensivas" que las de Marx. V. Stuart Schram, "Mao Tse-tung's Thought to 1949", en Merle Goldman, Leo Ou-Fan Lee (Eds.), An Intellectual History of modern China, Cambridge University Press, Cambridge 2002, pp. 274-5.

[42]. I.C.Y. Hsu, The rise, cit., p. 503n.

[43]. Benjamin I. Schwartz, "Themes in Intellectual History: May Fourth and After", en M.Goldman, Leo Ou-Fan Lee (Eds.),An Intellectual, cit.,p. 112. 

[44]. Cit. en I.C.Y. Hsu, The rise, cit., p. 498.

[45]. En el primer número de Nueva Juventud, escribe Chen: "Youth is like early spring, like the rising sun, like trees and grass in bud, like a newly sharpened blade", citado en Charlotte Furth, "Intellectual Change: From the Reform Movement to the May Fourth Movement, 1895-1920" en M.Goldman, Leo Ou-Fan Lee (Eds.), An Intellectual, cit., p. 90.

[46]. Que ciertamente fue un factor determinante aunque no pueda soslayarse el encanto de la revolución rusa que anuncia la realización en la historia del diagnóstico marxista. Si bien en el lugar equivocado: no en la Inglaterra industrial, sino en lo más profundo del atraso europeo: la Rusia zarista.

[47].Patricia Buckley Ebrey, The Cambridge Illustrated History of China, Cambridge Un. Press, 2003 (1996), p. 272 y Jonathan Spence, Mao Zedong, A Lipper/Viking Book, New York 1999, pp. 30s.

[48]. Frente a la "deriva" comunista de Li Dazhao y Chen Duxiu, Hu Shi publica desde 1919 una serie de artículos en que polemiza contra los ismos en nombre de un pragmatismo que obliga a resolver los problemas uno a uno y reconociendo sus diferencias. Un crítico de Hu, escribe: "You should give up all 'isms' and accept our 'isms', because, according to our 'ism', no 'ism' should be accpeted as creed", I.C.Y. Hsu, The Rise, cit., p. 508.

[49]. Cit. en Patricia Buckley E., The Illustrated..., cit. p. 268.

[50]. Simon Leys, Essais sur la Chine, Ed.Robert Laffont, Marchecourt 2002 (1998), p.452. Las citas de Lu Xun vienen de la misma fuente, pp. 447s.

[51]. Wang Fan-sen, Fu Ssu-nien, a Life in Chinese History and Politics, Cambridge University Press, cambridge 2000, p. 200. Aquí hemos adoptado la escritura Pinjin que convierte Fu Ssu-nien en Fu Sinian.

[52]. I.C.Y. Hsu, The rise, cit., p. 653.

[53]. Con la correcta interpretación de Edgar Snow acerca de la mayor eficacia del control central, v. La China contemparánea (El otro lado del río), FCE, México 1965 (ed or.: 1961), tomo 2, p. 41. Apuntemos también la repetición del antiguo molde imperial por el cual una dinastía naciente reparte la tierra en forma equitativa, con la diferencia que, en este caso, la razón no es fiscal sino productiva y que se pasa rápidamente de la propiedad privada a la Comun

[54]. Simon Leys, Essais sur la Chine, cit., p.47.

[55]. El heredero oficial, Hua Guofeng, arresta inmediatamente después de la muerte de Mao a su poderosa viuda y a los tres mayores dirigentes de la Revolución Cultural. Pero el proceso se hará 4 años después. ¿Por qué? Porque no era fácil tratar públicamente un tema tan delicado como la revolución cultural en el que tanto fanatismo y dogmatismo se mezclaron con un empuje participativo de parte de millones de jóvenes que no eran en bloque un branco de fanáticos. ¿Cómo separar a Mao de las responsabilidades de la Banda de los cuatros (que durante el proceso no hizo sino repetir que cumplían órdenes de Mao)? Finalmente, calmados los ánimos, se encuentra la fórmula: Mao hizo errores, los demás, crímenes. Lin Biao, muerto en un accidente áereo mientras escapaba aparentemente hacia la URSS, el demonio en persona.  

[56]. V. Hao Chang, "Intellectual change and the reform movement, 1890-8", en Twitchett/Fairbank, The Cambridge History, cit., vol. II, p. 295.

[57]. Orville Schell, China´s Hidden Democratic Legacy, Foreign Affairs, n° 4, Julio-Agosto 2004, p. 114. El sistema político chino es sin duda anacronístico, pero uno se pregunta si el sistema autoritario que prevalece en Singapur no lo sea también. 

[58]. Selected Works of Deng Xiaoping, Foreign Language Press, vol. II (1975-82), Pekín 1984.

[59]. Las primeras cuatro citas vienen de la conversación con dos estudiosos occidentales el 26 noviembre de 1979; la cita de 1978 proviene del discurso de cierre, el 13 diciembre, de la conferencia preparatoria de la III plenaria de 11 Comité Central del PCC, el momento en que Deng asienta una clara hegemonia de ideas y alianzas en el partido; la cita de 1980 proviene de una conversación con el presidente de la República de Guinea, el 5 de mayo; la cita de 1984 proviene de declaraciones (24 de febrero) después de una gira por las provincias de Guangdong y Fujian. 

[60]. Merle Goldman, "A New relationship between the Intellectuals and the State in the Post-Mao Period", en M.Goldman y Ou-Fan Lee (Eds.), Op. cit., p. 504.

[61]. Ian Buruma, Bad Elements, Random House, New York 2001, pp. 62s.

[62]. Liu Binyan (con Ruan Ming y Xu Gang), "Tell the World", Pantheon Books, New York 1989, p. 74.

[63]. La mejor reconstrucción de los conflictos entre los miembros del Politburó, se encuentra en Andrew Nathan y Bruce Gilley, China's New Rulers: The Secret Files, New York Review of Books, New York 2002, passim. El libro que contiene los Tienanmen Papers, documentos secreto del PCC filtrado a Occidente en 2001. 

[64]. V. Ian Buruma, Bad Elements, cit., pp. 33s.

[65]. Nicholas D. Kristof, A Little Leap Forward, The New York Review of Books, 24 Junio 2004, p. 57.

[66]. Cuando, después del comunismo de guerra, se trataba de descongestionar un aparato burocrático con una peligrosa proclividad autoritaria y crear espacios de mercado capaces de revitalizar la economía y restablecer la "alianza obrero-campesina". La historia, como sabemos, se fue por el otro lado: planificación centralizada, un aparato todopoderoso, el mercado removido y lo demás. 

[67]. World Development Indicators database, 2004, 2005.

[68]. V. Yin Yanlin, Disparities between urban and rural areas and among different regions in China, en OECD, Urban, Rural and Regional Development, n° 76, Paris 2004, p. 52.

[69]. China Statistical Yearbook, 2004 (cuadro 13-6).

[70]. A este propósito constituye una lectura fascinante el diálogo entre He Qinglian y Cheng Xianong, Rural Economy at a Dead End: A Dialogue on Rural China, Peasants and Agriculture, en Modern China Studies (Princeton), n°3, 2001, pp. 7-8. V. www.uscc.gov/researchreports.

[71]. V. David Hale, Lyric H. Hale, China Takes Off, Foreign Affairs, vol.82, n° 6, 2003, p. 42.

[72]. Anita Chan, "The culture of survival: Lives of Migrant Workers through the Prism of Private Letters", en Perry Link, Richard P. Madsen, Paul G. Pickowics (Eds.), Popular China: Unofficial Culture in a Globalizing Society, Rowman and Littlefield Publ., Lanham, US, 2002, pp. 163s.

[73]. Li Zhang, "Urban Experiences and Social Belonging among Chinese Rural Migrants", en Perry Link at alii (Eds), Popular China, cit., p. 277.

[74]. He Qinglian, Cheng Xianong, Rural Economy, cit., p.38.

[75]. Elias Canetti, La provincia del hombre (Carnet de Notas 1942-1972), Taurus, Madrid 1986 (1973), p. 309. 

[76]. Yarong Jiang, David Ashley, Mao's Children in the New China (Voices from the Red Guard Generation), Routledge, Londres 2000, pp. 169, 171.

[77]. Mao's Children, cit., p. 17.

[78]. Mao's Children, cit., p. 81. 

[79]. Liu Kang, Globalization and Cultural Trends in China, University of Hawai'o Press, Honolulu, 2004, p. 133.

[80]. V. Kenneth Lieberthal,Governing China, From Revolution Through Reform, W.W.Norton, New York 2004 (1995), p. 331.